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miércoles, 29 de noviembre de 2006

¿Desean ustedes lo mejor para sus hijos?
[La inabarcable diferencia entre Cambridge vs Kutu-Majú]


Lo cierto es que cada vez que se hacen públicas las cuentas de Cataluña, inmediatamente nos recorre un escalofrío y nos asalta una pregunta:

¿A qué dedicará esta gente el dinero, siendo Cataluña una de las regiones que más recauda, y siendo a la vez una de las que menos invierte en cada ciudadano?

-Punto Primero: En robarlo. Los nacionalistas son ladrones por naturaleza porque sólo ven su realidad y la de su clan.

Pero todo ladrón canta tirando por lo bajo: ¿Alguien puede dudar de que si confesaron haber robado el 3%, con toda seguridad sería el 5%, el 7% ó el 10%?

-Punto Segundo: En subvenciones concedidas al nacionalismo: Pasta gansa para todos los medios de comunicación en catalán. Pasta gansa para las plataformas deportivas catalanas. Pasta gansa para las plataformas de la lengua catalana. Pasta gansa para todos los "artistas" que "trabajan" en catalán. Pasta gansa para todos los “escritores” que “publican” en catalán. Pasta gansa para todos los vagos que piden subvenciones en catalán.

El pueblo trabaja y el nacionalismo también, mediante el fatigoso esfuerzo del amanuense medieval. Aunque ahora con las firmas digitales dicen que se podrán solicitar las subvenciones por Internet.

¿Y a qué viene todo esto cuando supuestamente estamos hablando de educación?

Pues a que en el estado de las ladronomías, Cataluña es la ladronomacia.

Fíjense:

Madrid invertirá 27 de cada cien euros del presupuesto regional en educación, cultura y deporte, frente los 17,78 que destinará Cataluña (lee aquí).

17,78 euros, de los cuales hay que deducir los miles de millones que se tragan los protagonistas del susodicho Punto Segundo.

¿Alguien da más?

Ciertamente. Todos dan más. Cualquiera da más. Hasta un pobre que te encuentres por la calle te da más.

¿Distinguen ustedes la diferencia entre que sus hijos estudien en Cambridge o en Kutu-Majú?

¿Desean ustedes lo mejor para sus hijos?

Pues lo tienen bien chungo, porque aquí sólo recibirán las sobras.

La mirada de San Gil

Hace once años, mataron a Goyo. El concejal, junto con San Gil, una amiga y el secretario del grupo municipal del PP, Enrique Villar, se sentaron a la mesa en La Cepa, en la Parte Vieja donostiarra. Ese día pudieron comer en otro establecimiento, pero no había ensaladilla rusa en el menú. Lasarte vio a la comitiva. Avisó a Txapote y Karazatorre. Uno de los dos etarras, con la cabeza cubierta con la capucha de un chubasquero, cruzó el comedor, se situó detrás de Ordóñez y disparó. Bastó una bala de 9 milímetros para dejar una viuda, Ana Iríbar, y un niño, Javier, que a sus doce años aún pregunta dónde está su padre.


Hoy, María San Gil repitió por enésima vez cómo mataron a Gregorio, su amigo. Se levantó, y miró a Txapote, el asesino. Uno, dos, tres interminables segundos, mucho más de lo que tardó el asesino en ejecutar a Goyo por la espalda.

La mirada de San Gil significa: “vosotros, los etarras, sois los asesinos”.
La mirada de San Gil significa: “vosotros, los batasunos, sois los cómplices de los asesinos”.
La mirada de San Gil significa: “las víctimas no se rinden. Ayer y hoy, basta ya”.
La mirada de San Gil significa: “no puede haber paz sin justicia”.
La mirada de San Gil significa: “no puede haber paz con traición”.
La mirada de San Gil significa: “no puede haber paz contra las víctimas”.
La mirada de San Gil significa: “no hay olvido, ni lo habrá”.
La mirada de San Gil significa: “rendición en mi nombre, NO”.


Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales

Se le cae a uno el alma

C’s # : Varios C’s decidieron asistir el 25N a la manifestación de apoyo a las víctimas del terrorismo y contra el proceso de rendición del gobierno ante Eta. Algunos viajaron desde Cataluña, Aragón, Galicia y otros lugares de España. Lo hicieron a título individual, respondiendo al llamado de Gotzone Mora, Rosa Díez, Buesa, la familia de Miguel Ángel Blanco, la de Gregorio Ordóñez (hoy se cumplen once años del asesinato de Goyo) y tantas otras personas de trayectoria moral y política intachable. Pero, sobre todo, respondieron al llamado de su conciencia. He aquí una crónica firmada por una de esas Ciudadanas:

España perdió una oportunidad de oro de reforzar su democracia frente a la barbarie hace unos años, cuando difundieron aquel vídeo en que los moritos, pocos días antes de una elecciones generales, nos amenazaban con más atrocidades a no ser que retiráramos las tropas de Irak. Pasado el tiempo poco importa la veracidad de aquella noticia, que se difundió como la pólvora y supuso ser la piedra angular de las elecciones del 2004, pues lo relevante es que, tras el fallido golpe de Estado del 23-F, aquellos días supusieron una puesta a prueba de la democracia española y la entereza de los españoles para defenderla y ejercerla. Prueba que perdimos, por cierto, porque tras las elecciones lo primero que hizo el nuevo Gobierno, elegido por todos los españoles, fue retirar las tropas, aceptando el chantaje, el miedo (principal instrumento de control que ejerce la barbarie) y, sobre todo, la dependencia. Perdimos la independencia política, independencia ante el terror, el miedo y la miseria.


Se le cae a uno el alma a los pies cuando la preocupación nacional ante la manifestación del pasado sábado es el número de pancartas sobre el 11-M, o los insultos que se profesaron, ninguno por Alcaraz, en aquella tarde, tras años y años de absoluto silencio y olvido, como si ese dato fuera fundamental para la corrección política necesaria en el proceso de legitimación moral, sin caer en la cuenta de que el otro día doscientas y pico mil personas salieron a la calle con un lema: “rendición en mi nombre, no”. Justo lo que nos faltó en las pasadas elecciones. Lo único decente que debió hacerse, como último signo de que nos queda un poco de grandeza en el corazón, es apoyar a los miles de víctimas de asesinato y obligadas a abandonar su tierra por las continuas amenazas, sin fisuras, sin “peros” y con la boca cerrada. Porque son ellos, y no otros, los últimos demócratas de este país. Venciendo a la sed de venganza, a la rabia y la ira de quien ha perdido a un hijo, un padre, un amigo, esos miles de personas se han mantenidos dignos y han entregado, mucho más que cualquiera de los que no han sufrido las dentelladas del horror (¿pero cómo os creéis contables de pancarta acertada?), quienes han sido llevados a una situación límite, la dignidad de sus muertos a la Justicia, la Democracia y la Ley. Sin fisuras, sin dobleces, sin titubeos. En más de 25 años.
En un tiempo en el que los derechos individuales (no así las obligaciones) se han perdido del todo, jugar a la corrección del número de asistentes es, a todas luces, insoportable. ¿Es que doscientos y pico mil no son suficientes? Con uno ya debería ser suficiente, con uno (aún lo estoy celebrando por los altares pero 90.000 personas alrededor de una urna fueron suficientes para que 3 nuevos diputados accedieran a un Parlamento español).

Y celebro, del mismo modo y por los altares, que el Foro de Ermua haya apoyado la manifestación pasada, se haya elevado por encima de las pancartas que tanto molestan, y hayan movido ficha. La próxima que sea Basta.Ya! Y a ver si para la que viene se reúne un poco más de dignidad y se junta el medio millón, pero no en Madrid, sino en Bilbao, en el centro de la ciudad, y que Patxi López, ZP y los Etabatachungos nos digan a todos los allí presentes, incluido a A. Cabrerizo, quien perdió a dos hijas y mujer en el de Hipercord, amén de tener que escuchar a Setién a propósito de la muerte de uno de los etarras del hipermercado que era una “paloma de la libertad”, cuáles son esas razones políticas que legitiman los asesinatos perpetuados por ETA. Que nos las digan, de una santísima vez, mirándonos a la cara, quien tiene la razón de su parte no ha de esconderse en parapetos institucionales, una por una las razones y la legitimidad del uso del horror con fines políticos. Y así, en Bilbao, ese día, cerca de quienes ejercen la violencia, que se nos diga claramente que esto ya no es una democracia y que, con nuestros impuestos, estamos colaborando a la manutención de un grupo de tiranos. Que nos digan de una santísima vez que la Constitución y la Ley en España ya no rigen. Y dar respuesta, por supuesto, en un nuevo marco.

Hasta entonces, la enseñanza:

IF
Kipling

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise:
If you can dream-and not make dreams your master;
If you can think-and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools:

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings-nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And-which is more-you'll be a Man, my son!

Crónica de una ciudadana, el 25N en Madrid

Segolène Royal, de Sapatejá a Sapaterror


Ségolène Royal arrasó en las primarias del partido socialista francés, y se ha convertido así en la candidata oficial del primer partido de oposición a la elección presidencial de 2007.

¿Quién es Ségolène? Hija de un general de extrema derecha, hermana del agente secreto que puso la bomba en el Rainbow Warrior de GreenPeace por orden de Mitterrand (asesinando así a un pobre periodista portugués que pasaba por allí) y diplomada de la ENA, es decir de la escuela que nutre la alta función pública y de la que provienen la inmensa mayoría de prefectos, senadores y diputados; cónyuge (no casada) del primer secretario del partido socialista, François Hollande, al que llaman “Cécilio” (Cécilia es el nombre de la nieta de Albéniz y esposa española del candidato de la derecha francesa, Nicolas Sarkozy).

Hablando de apodos, a Ségolène le empezaron a llamar Zapatera, en francés se pronuncia algo así como Sapatejá, en 2004, porque ganó por sorpresa las elecciones regionales del Poitou cuando el Sr Rodríguez se convertía en el inesperado presidente español. Pero rápidamente, y al ritmo de la eliminación por depresión de una secretaria personal por semana, derivó en Zapaterreur. Como bien decía su derrotado contrincante, el ex primer ministro Raffarin, “Ségolène seduce a lo lejos e irrita de cerca.” Más fino que Bono, sin duda, acerca de Esperanza, con aquello de "ríe de día y...".

Su carrera meteórica, entre dos partos (tiene cuatro hijos) empezó muy pronto, cuando en esta joven diputada superfeminista puso un ojo de experto el viejo Mitterrand, aficionado a las bellezas terrenales. Integró pues con total naturalidad, a los treinta y pico de años, la corte de hermosas mujeres de los ministerios de los años 80/90, junto a Elisabeth Guigou o Edith Cresson. Nunca en puestos de responsabilidad, evidentemente, pues una cosa es el ornamento, y otra “les affaires de la France”. Pero en fin, allí estuvo, entre moquetas del medio ambiente o de secretarías de estado para la familia y hasta de educación.

El extraordinario fenómeno mediático de Royal, desde hace aproximadamente un año, traduce la profunda transformación de la sociedad francesa. Frente a quienes intentan compararla, no ya con Zapatero (tampoco se trata de menospreciarla inútilmente), sino con Blair, como la posible representante de la tan esperada modernización del socialismo francés, el Financial Times, en una evaluacion exhaustiva y sin concesiones de sus proyectos (sic) llega a la conclusión de que Ségolène está aproximadamente a diez años de distancia del gran Toni.

¿Moderna, Ségolène? Los sondeos dicen que su discurso lo es. El fondo, en cualquier caso, es antimoderno, por sus referencias a la lucha de clases y, de forma subliminal, al antiguo régimen, que porta no sólo en su apellido.

Pero la percepción es ésa: los viejos han perdido (Fabius, socialista convencional, Strauss-Kahn, socialdemócrata) y ella, la candidata de internet, ha vencido. No le interesa la economía, que de todas forma no entiende, y la política internacional es una pesadilla para ella (confunde nuclear civil y militar, Iraq e Irán) pero no importa, porque a los franceses esas cosillas sin importancia les tienen sin cuidado. No, lo realmente relevante está en su blog, “Deseos de futuro”, según una máxima nueva (moderna, sí señor): “Yo os doy la palabra” (y vosotros me dais el poder). Y funciona, vaya que si funciona. Los temas sociales, “societales” se dice ahora son el alfa y omega de la neopolítica, y se trata de responder casi en directo a las aspiraciones de la gente. “¿Desconfíais de los políticos? Tenéis razón, yo también, y por eso, si gano, crearé jurados ciudadanos para controlarlos.” Cuando, desde el propio partido socialista, se le hace notar que eso ya se inventó en 1.793 y rodaron algunas cabezas más o menos justificadamente, no importa, marcha atrás y donde dije digo que no serán jurados, sino… otra cosa, estructuras ciudadanas de participación en la política local. Eureka.

En los últimos meses, de la mano de “Cecilio”, hombre redondo y con aspecto bonachón, pero listo como Sancho Panza a la hora de administrar su ínsula, se han afiliado al partido unas 70.000 personas, la mayoría a través de internet y sin avales previos, con cuotas de 20 euros anuales; gente a menudo sin “cultura socialista” (esa pasión desenfrenada por el debate, la controversia, las reuniones de sección hasta altas horas de la madrugada…). Estos nuevos afiliados llegaron movidos por la devoción a la Evita del Poitou, llevándose por delante a los elefantes del partido de Jean Jaurès. A esta nueva izquierda le gusta, aparentemente, que Ségolène le hable de reeducación militar para jóvenes delincuentes (después matizó y también aludió a los bomberos); de acabar con las 35 horas del gobierno Jospin; de instaurar un casi cheque escolar frente al sagrado mapa escolar de la escuela laica y republicana… El orden justo, en dos palabras, hurtadas por cierto a Juan Pablo II.

Todo esto movía a risa y generaba burla entre los contrincantes de Ségolène, pero ella los liquidó sin pestañear. Llega pues la hora del análisis. Lo primero que llama la atención es que la alternativa política encarnada por Royal consiste en buscar soluciones de proximidad a los problemas que plantea la integración y la reconstrucción del vínculo nacional. Ninguna de esas propuestas apunta a la responsabilidad del ciudadano, se trata más bien, en una oratoria más o menos comunitaria, como el propio blog, de ofrecer una puerta abierta y un oído: el socorrismo antes que la solidaridad.

La evolución del perfil retórico de Ségolène, vestida de blanco y tailleur chanel, debe mucho a los nuevos teóricos de la democracia participativa, cuya Meca es una Dinamarca y una Suecia míticas, donde se mezcla lo público y lo privado, la prevención y la sanción, la apología de un estado transparente pero omnipresente, cuanto más debil y compasivo, más liberticida. No se trata pues de una negación rotunda de la tradición socialista francesa, sino más bien de la irrupción de Peter Pan en la cacharrería de la dialéctica postmarxista.

Las mentes más claras saben que Francia, más allá del fenómeno Royal, está en una encrucijada de su historia. Frente al choque de la globalización, por la originalidad del peso del estado, de la tradición aristocrática de sus élites y de su cultura política, este país se tambalea y agudiza sus contradicciones, con más intensidad que cualquier otra democracia europea.

La fascinación colectiva por el cambio viene acompañada por un incremento alarmante de la pobreza, que toca a por lo menos tres millones de personas. Frente a este reto, dos alternativas se pueden ir polarizando en los próximos meses: por una parte, la ilusión protectora y maternal, igualitaria, corporativa e identitaria, en total contradicción con la Ilustración fundadora de la República. La encarnarán Ségolène Royal y Jean Marie le Pen (Frente Nacional), muy altos en todas las encuestas; en frente, la emergencia posible y deseable de un impulso político de modernización real, que exalte las capacidades de responsabilidad y de iniciativa de la sociedad civil.

Si prevalece la primera tentación, Francia seguirá su lento proceso de inmersión y recogimiento. Si, al contrario, la alternativa de la responsabilidad consigue la adhesión de una mayoría, enlazaría el proyecto nacional con las necesidades de reforma en un continente a la deriva.

Porque ejemplos a seguir no hay muchos: Gran Bretaña y Holanda han fracasado en sus políticas de integración multiculturalista. Los países escandinavos, idealizados por los Zapatejá’s boys, están renunciando a sus modelos sociales para salvar el empleo. Queda Merkel, muy sola por ahora, esperando que despierte el vecino, y le acompañe en la necesaria reconstrucción de Europa.

Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso

Hay que vivir, amigo mío...


Admiro a Humet, desde que le conocí. Siempre me gustó su estilo personal, diferente, de soñador, arrepentido por no haber soñado más. No hace mucho, en el 2004, ha sacado un nuevo disco, “sólo bajé a comprar tabaco”, para recordarnos que 18 años de silencio no son demasiados.

¿Quién es Joan Baptiste Humet?, él mismo nos cuenta cómo llegó al mundo en su interesante blog, en el que no se habla sólo de música:

“Como mi madre tenía plena confianza en su cuñado Agustín, médico titular de su pueblo, fue allí a parir a tres de sus diez hijos. Uno de ellos era yo. Nací la noche del 4 de enero de 1950, en Navarrés, un pueblo agrícola del interior de Valencia. Volví en brazos de mi madre a Terrassa, la ciudad donde vivía la familia, ya numerosa por aquel entonces. Mi padre era industrial de tejidos, tenía una fábrica de pañería que no resistió los embates de la crisis industrial catalana de finales de los 50 y tuvo que venderla. Creo qué fue entonces cuando él empezó a sentirse libre”.

De la libertad nos habló este Joan, saltándose las normas de su tiempo y trascendiendo la órbita de la protesta, habitual por entonces, algo que siempre era más de lo mismo. El cantautor mal entendido, nos hablaba de Libertad con mayúsculas, no de liberarse de la opresión, sino de desprenderse del destino.

Él, Leonard Cohen, y Paco Ibáñez, han sido mis predilectos, en ese arte de abrirte el corazón con la palabra. He llorado escuchándole, como también me ocurrió leyendo las palabras reunidas por Stephen Zweig, en algún relato magnífico, que son todos. O los poemas de Miguel Hernández, siempre.

Joan se describe deprisa:

“Tengo 54 años, nací en Navarrés (Valencia), me crié en Terrassa y vivo en Barcelona. Fui cantautor, he sido asesor de comunicación durante 18 años, y ahora vuelvo a cantar: me atrae comunicar. Tengo tres hijos (28, 21 y 3 años), ¡y viene otro! Soy de izquierdas, pero no maniqueo. Quiero seguir a mi corazón. Siempre he ido por libre”.

En una entrevista de la Vanguardia, realizada en noviembre de 2004, le describen así:

“Fue siempre un cantautor inclasificable, ni muy minoritario ni muy de masas, sin etiquetas, ajeno a grupos o corrientes, ni de la cançó ni de nada. Fue su encanto, y a la vez lo que le hurtó un lugar en los ficheros de nuestra historia musical. Las letras de Humet eran las de alguien al borde del sendero y a punto de largarse campo a través. Y eso hizo. Le pregunto si se arrepiente. "¡No! Me puse en trayecto para buscarme, para reconocerme, ¡y no he perdido el tiempo!: encontré a los otros". Importa el trayecto, me dice, y esta enseñanza: "La vida se te revela en cuanto te abandonas a ella".

Hace unos años, le pregunté a una dependienta joven de la sección musical de El Corte Inglés, si tenía algo de Humet, consultó su ordenador y tras unos instantes me dijo: “no, no señor, está “descalificado”, me quedé en silencio unos segundos y prorrumpí con una voz grave: “querrá decir desclasificado, señorita, por que si estuviera descalificado, también lo estarían muchas de las emociones que sentí en el pasado y a eso me niego por completo”. Me miró absorta, y me despedí, dándole las buenas tardes, creo que se quedó pensando que no estaba bien de la cabeza.

Pero hoy quería hablar de Humet por otra cosa, Joan Baptiste Humet, así, como suena, en la época de Franco, hizo canciones en catalán y en castellano, era valenciano de nacimiento y afincado en Terrassa desde los pocos días.

Lo tuvo fácil, muy fácil, en aquellos momentos, sólo tendría que haber cantado en catalán todo, todo el tiempo, y la inversión cultural, lo hubiera elevado al panteón de notables; pero él prefirió seguir vivo, aunque en silencio.

Me recuerda a Mina, (una de mis favoritas, también incuestionable), cuando descendía su voz hasta el susurro, sabiendo a donde podría llegar si la elevara, pero le divertía ser libre de nuestro deseo.

Joan Baptiste Humet, se quedó ahí, haciendo un guiño a sus seguidores, callado, para no cantar en tiempos de himnos a la medida. Hoy escribe crónicas de viajes en su blog, y sigue soñando. Realmente admiro a Humet, por saber irse y saber volver, por haber estado siempre entre nosotros, habiéndose ido.

Ahora vuelve a cantar, él sabrá por que lo hace. Pero sobretodo aplaudo a Humet, por haberse desligado de su tiempo, por haber cantado a los yonkis, a los emigrantes, a las putas, a los homosexuales, al amor, al dolor, al sexo, a la edad, al campo y a la ciudad, a la miseria humana, a la muerte, a la vida, y al silencio; cuando la mayoría cantaba exclusivamente a su propio futuro, él no, él cantaba para los demás, para todos nosotros, pero fundamentalmente, para sí mismo.

Otro día les hablaré de Paco Ibáñez, con el que tantos galoparon hasta alcanzar el poder, pero él prefirió quedarse en tierra, las tierras, las tierras, las tierras de España..., a pie, con la dignidad por único equipaje.

Os dejo su web oficial, en la que escribe, y lo hace muy bién:

Joan Baptiste Humet

o sencillamente leer ésto:
Historia de una Herencia (sinceridad, honestidad,y grandeza humana a raudales, que ejemplo para otros... No me equivoqué contigo, Humet, ¡gracias por no decepcionarme!)

Para los que no le conoceis os dejo la letra de una de sus canciones, a mi me gusta.

Sólo soy un ser humano

A menudo yo me siento
tan cansado,
como si de todas partes apuntaran hacia mí.

En el metro se me empuja,
casi pierdo el brazo,
se me empuja en el trabajo con el mismo frenesí.

Entro en unos almacenes,
veo como me vigilan,
aún así les he pedido una boquilla
y me traen unas sartenes.

Que no, que no, viejo,
sólo soy un ser humano,
vivo en paz,
como de lo que gano
y sólo aspiro a ciudadano.

Sólo soy un ser humano,
no me aprietes tanto, que me haces daño,
no te apoyes en mí, toma mi mano.

Pido fuego a una muchacha
y ni se ha enterado,
y a un taxista despiadado
le he firmado un pagaré.

Me presento en una fiesta,
vaya compromiso,
y un soldado de permiso
no ha dejado un canapé.

Me decido a ir al dentista,
se me cuela una señora,
le dedico una mirada inquisidora
y me da con la revista.

Que no, que no, viejo,
sólo soy un ser humano,
vivo en paz,
como de lo que gano
y sólo aspiro a ciudadano.

Sólo soy un ser humano
no me aprietes tanto, que me haces daño,
no te apoyes en mí, toma mi mano.

Enrique Suárez Retuerta

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