desde 2.006 en Internet

sábado, 29 de diciembre de 2007

Por la familia


Un extraño hecho tendrá lugar en Plaza Colón de Madrid, el domingo 30 de diciembre a las 11 horas: una concentración multitudinaria, popular y callejera... por la familia.

En este enlace podrá el lector acceder a las pormenorizadas razones que llevan a la Iglesia (en realidad, en un principio, a un grupo de creyentes que tomó la iniciativa de esta reunión) a organizar un acto poco usual, donde el grupo sevillano Siempre así coincidirá con el Papa, quien emitirá por videopantallas gigantes un mensaje en directo a los feligreses y a quienes, sin ser católicos, hayan decidido sumarse a esta original celebración de la familia cristiana.

Es interesante señalar el significado añadido de este acontecimiento, más allá de su función propiamente religiosa. Me refiero, claro está, a la capacidad de reacción cívica, en una de sus vertientes más inesperadas, frente a los atropellos radicales y extremistas del actual gobierno en materia social o societal, como empiezan a decir, usando un neologismo anglofrancés, los especialistas progres de la cosa sociológico-política.

Abramos un paréntesis: en Francia, en estos días, ha surgido una polémica a raíz de la visita de Sarkozy a Benedicto Ratzinger. En unas declaraciones parcialmente alejadas del discurso oficial sobre laicismo y laicidad en el país vecino, el presidente francés ha insistido en la importancia del cristianismo en la historia y en la cultura de Europa y de Francia. El ex primer ministro Raffarin ha argumentado horas después, frente a las primeras objeciones de la principal logia francesa, de la izquierda y de Bayrou, que "hay que completar la ley de 1905", en referencia a la separación entre el Estado y la Iglesia. Resumiendo, se trata de darle concreción a lo que el presidente llama "laicidad positiva", superando el laicismo históricamente vinculado al anticlericalismo del siglo diecinueve, y garantizando la libertad de culto y de conciencia en un espacio de transparencia absoluta. Esta nueva relación entre Estado e Iglesias, sin cambios significativos en la reglamentación y en las atribuciones de cada uno, trata según lo entiendo de incidir en tres direcciones: la primera, acabar con la autorrepresentación de un estado suspicaz con la religión, observada poco menos que como un enemigo que debiera ser recluído en la esfera exclusivamente privada, pues en ese contexto histórico de hostilidad se fraguó la laicidad política y legal francesa, hace más de un siglo. La segunda, garantizar la libertad religiosa en los dos sentidos, y me explico: que quien quiera pueda libremente practicar el culto de su elección, y que quien quiera pueda no hacerlo, sin presiones ni intimidaciones. Aunque no se expresa así, se trata, ni más ni menos, de contrarrestar, desde la transparencia hasta hoy impedida, paradójicamente, por un laicismo excesivo, las prácticas totalitarias que caracterizan una parte, minoritaria pero con mucho dinero, del islam en Francia, y de favorecer, al contrario, un "islam de France" acorde con la ley republicana y las libertades individuales. La tercera, también implícita: recuperar la parte a veces ignorada y hasta rechazada desde ciertos posicionamientos ideológicos anticlericales, de la aportación cristiana a los valores de la civilización y de la democracia, desde una perspectiva no religiosa.

Si propongo este desvío por el país que inventó el concepto laicista, es para hacer hincapié en lo insólito de la situación en España, donde un gobierno anacrónico se dedica, con cien años de retraso y sin que las circunstancias lo justifiquen, a promover leyes, reglamentos y enseñanzas que crean tensiones innecesarias, despreciando desde un progresismo acrítico la complejidad del tejido social español, profundamente arraigado, a pesar del descenso de la práctica confesional católica, en referencias históricas y culturales que han moldeado en gran parte la Nación española.

Mientras tanto, en Francia no hay debate ni preocupación por implantar el matrimonio homosexual (ya tienen el Pacs, que iguala en derechos a las parejas homosexuales con las convencionales, sin necesidad de ofender la sensibilidad de nadie ni de atacarse al símbolo matrimonial). Tampoco se pretende, en una escuela pública mucho más simportante y laica que la española, machacar a los niños con que la familia heterosexual y tradicional es sólo una de las opciones entre otras tantas, a diferencia del proselitismo de la diversidad sexual que impera entre nuestros pedabobos de la educación ciudadana. Sería impensable, por ejemplo, que en un manual escolar se leyeran cosas como las que se han vertido en algunos libros de texto españoles (por ejemplo, aconsejando a los menores que prueben todas las alternativas sexuales antes de decidirse por una orientación definida).

Una sociedad civil estable, abierta y democrática no necesita ese militantismo sectario ni esas provocaciones para garantizar los derechos de las minorías. Frente al sectarismo de quienes nos gobiernan, ése es el sentido que le doy a la concentración de mañana. Por añadidura, es legítimo que quienes creen en el matrimonio tradicional y en las virtudes de la familia puedan decirlo fuera de su alcoba. No significa una amenaza contra la libertad de nadie el proclamar un mensaje como éste, con el que me identifico y por el que doy mi apoyo a la reunión familiar del 30 de diciembre:

"Una relación vivida así (se refiere al matrimonio desde una perspectiva convencional) constituye la mejor propuesta educativa para los hijos. A través de la belleza de la relación de sus padres son introducidos, casi por ósmosis, en el significado de la existencia. En la estabilidad de esa relación su razón y su libertad son constantemente solicitadas para no perderse semejante belleza. Es la misma belleza, resplandeciente en el testimonio de los esposos cristianos, que necesitan encontrar los hombres y mujeres de nuestro tiempo."

Dante Pombo de Alvear

No hay comentarios:

Enlaces Relacionados

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...