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lunes, 29 de octubre de 2007

De mayor, Rajoy quiere ser Sarkozy


En su primer amago de "apertura", Rajoy adelantó este fin de semana que coincide en muchas cosas con gente de izquierdas y que lo importante es regenerar la democracia con gente capacitada y de buena voluntad, llamando al consenso nacional.

Antes de optar por una estratégica basada en el éxito electoral de Sarkozy y su "ouverture", el líder popular debería estudiar de cerca la trayectoria del nuevo presidente francés:

-Sarkozy ha preparado su acceso a la presidencia desde... el año 1975, cuando a los veinte años se hace con las Juventudes gaullistas y empieza a tejer su red de influencias políticas, económicas (a través de su actividad de abogado de negocios) y de la farándula (actores y cantantes de éxito).

-Tuvo su momento de gloria y heroísmo al arriesgar su vida, siendo un joven alcalde de Neuilly, cuando entró a dialogar con un secuestrador de niños en una escuela maternal, y salió con dos niñitas en brazos, consiguiendo una foto que penetró en la memoria subliminal de los electores a veinte años vista. Horas después, el psicópata sucumbía de dos disparos en la frente en una operación del GIGN (Geos locales), con su méntor Pasqua de ministro de Interior y su máxima preferida: "Vamos a aterrorizar a los terroristas".

-Sufrió una derrota que provocó su marginación durante años, cuando decidió apoyar a Balladur en la enésima guerra fratricida de la derecha, en 1.995. Aguantó en silencio, se recompuso, reorganizó sus huestes y volvió como Bonaparte, pero no para quedarse cien días, sino diez años y lo que le queda.

-Entendió que sin un partido fuerte, no podría ganar, así que accedió a la jefatura de la UMP, nuevo partido de unión de las derechas, arrebatándoselo al presidente Chirac (quien lo había creado para su beneficio) y eliminando cualquier tipo de pluralismo político o de democracia interna en la cúpula de ese movimiento, convertido en ejército para la conquista del Elíseo. Al mismo tiempo, favoreció los mecanismos de expresión directa de sus militantes, en una especie de despotismo ilustrado y de diálogo directo entre los afiliados y él. Multiplicó por tres las adhesiones, particularmente de gente joven de clase media sin antecedentes políticos. Empezó por eliminar a los rivales de su partido antes de enfrentar a los adversarios ideológicos, pues entendió y aplicó a la perfección la máxima de Churchill: "están los amigos, luego los adversarios, luego los enemigos, luego los enemigos mortales y por fin los compañeros de partido".

-Ocupó durante años el ministerio de Interior, reorganizando y controlando los servicios más confidenciales y operativos del Estado, rodeándose de mandos policiales fieles y ambiciosos.

-Organizó su estrategia política de acceso al poder en torno a una célula de comunicación dirigida por los mejores publicistas del país, cuya experiencia en el medio no era propiamente política, sino en el ámbito de los "famosos" del pop, del cine taquillero y de las empresas.

-Frente a una izquierda mediática y culturalmente dominante y frente a una derecha extrema populista y popular, hizo campaña en torno a los valores y preocupaciones de la derecha sociológica asumiendo que son compartidos por una amplia mayoría natural de los ciudadanos: orden y seguridad, control de la inmigración, patriotismo republicano, orgullo nacional, apología del trabajo y del esfuerzo, rehabilitación del mérito.

-Modificó constantemente su estrategia electoral, no en función de los sondeos de intención de voto, sino mediante un seguimiento cuidadoso y continuo de sondeos de opinión general sobre las preocupaciones supuestamente apolíticas de la gente. Se rodeó, no de sociólogos formados en La Sorbona 1968, sino de lexicólogos y especialistas de semiótica social.

-Jamás rechazó en diez años un debate en televisión o en la radio, más bien los reclamó, contra los adversarios más combativos y habilidosos, desde Le Pen hasta la extrema izquierda, convirtiéndose así en la bestia negra de cualquier político y forjándose una imagen de hombre público correoso, vehemente, con ideas claras, rapidez y ocurrencia dialéctica.

-Visitó los lugares más inhóspitos, siempre acompañado por cámaras de televisión, enfrentándose desde su metro sesenta y ocho y en diálogos a pie de calle con sindicalistas furibundos, hijos frustrados y rencorosos de la inmigración o representantes de la farándula progresista (versión francesa de la pandilla Bardem).

-Su prioridad, más allá de las rupturas económicas y sociales, es preservar la soberanía nacional: fuerza de disuasión nuclear; independencia energética gracias a la energía nuclear; combatividad diplomática en el espacio político de la Unión Europea, oponiéndose por ejemplo al ingreso de Turquía; iniciativas internacionales con proyección de liderazgo, como el discurso sobre "Euro-África" en Tánger; compromiso personal con el dinamismo económico de las empresas francesas (regresó de Marruecos, hace unos días, con contratos de ventas y cooperación económica por 3.000 millones de euros de ingresos netos).

La apertura política sólo la hizo después de las elecciones, siendo ya Presidente de la República. Y no la ofreció a los partidos de la izquierda, sino de forma individual, por encima de las burocracias de partido, a impertinentes con alto porcentaje de aceptación en la opinión pública (Kouchner, el French Doctor, aborrecido por sus compañeros socialistas) y a símbolos atípicos de la lucha contra la discriminación y la miseria (el presidente de Emmaüs o la responsable de origen magrebí del colectivo "Ni Putes ni Soumises").

En cuanto al consenso nacional, el "Cher Nicolas" lo viene defendiendo con entusiasmo desde... la noche de su victoria y acceso al poder. Antes no tuvo tiempo, pues dedicó todas sus energías a combatir sin cuartel: a sus mejores enemigos, criticando su inmovilismo (la derecha de Chirac); a la izquierda dominante y su buenismo, que tanto ha irritado, desde hace treinta años, a la gente más humilde y más expuesta a la violencia social; a la extrema derecha, no sin antes haber recuperado sus leitmotivs (seguridad, inmigración y orgullo de ser francés), dándoles una legitimidad republicana desde la reivindación discreta pero continua de sus orígenes judíos y extranjeros y de su trayectoria impecablemente democrática.

Señor Rajoy, medite sobre el "antes" de la victoria de Sarkozy y, sólo después, decídase acerca de la oportunidad de seguir su ejemplo. Y si no, invente su propia estrategia de ofensiva hacia el poder, rompiendo moldes y buscando el respaldo de los ciudadanos indignados por la decadencia de la Nación; y si no se siente con fuerzas, regrese al registro de la propiedad, pues España necesita a hombres extraordinarios para superar nuestro estado de emergencia.

El Conciso

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