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sábado, 8 de diciembre de 2007

Omnium Parroquial

Recogemos una carta al director publicada recientemente en Diario Siglo XXI. Está firmada por Carmen Casquero de Barcelona, y bajo el título "Millones para el nacionalismo radical", expone lo siguiente:

Carod-Rovira podrá parecernos antipático, pero hay que reconocer que con los suyos es amable y generoso. Hace escasos días su consejería ha concedido casi 500 millones de pesetas a la asociación Omnium Cultural (3 millones de euros).

Se trata de una organización muy conocida por su nacionalismo radical y cuyas actividades incluyen las denuncias lingüísticas contra comerciantes y las campañas de boicot contra empresas que etiquetan sus productos en castellano en lugar de catalán. “Omnium” se encuentra entre las primeras asociaciones, si no la primera, que más dinero público reciben del gobierno autonómico catalán año tras año. ¿Cómo puede quejarse Montilla del “desapego” de Cataluña hacia España cuando el gobierno que él preside está financiando con gran generosidad a quienes lo promueven?


Cerca de 500 millones de las antiguas pesetas para hacer política radical subvencionada al servicio del nacionalismo extremo, a lo que se sumarán todos los ingresos indirectos. A estas cosas se dedican nuestros impuestos. Gracias Zapatero, por los favores recibidos.


Ciudadanos en la Red

1000 vidas 1000 calles


Esta legislatura agonizante habrá sido la de las Víctimas del terrorismo.

Jamás fue su memoria tan ultrajada desde el poder político. Jamás fueron tan despreciadas desde el gobierno las otras víctimas, las vivas, particularmente los familiares, en su deseo y vocación de darle sentido a la muerte y al sacrificio, de mantener el recuerdo como referencia de dignidad, de subrayar la deuda contraída -por quienes seguimos aquí- con quienes fueron asesinados, lesionados, secuestrados y doloridos.

Pero jamás fue tan grande, sincero, emotivo y espontáneo el apoyo de los españoles a las víctimas y a sus familiares. Y a las instituciones que muchas de ellas representan, motivo por el cual fueron asesinadas o maltratadas: la Guardia Civil, la Policía, el Ejército, el cuerpo de Funcionarios de Prisiones, la Justicia. Sin olvidar a quienes, desde hace 40 años, han sucumbido o sufrido por informar acerca de lo que ocurre en nuestro país; o por haberse comprometido con ideas políticas contrarias a los intereses nacionalistas; o por haberse encontrado, fruto de la casualidad, en el peor momento y en el peor sitio.

Este apoyo se ha canalizado esencialmente a través de AVT, y también de Foro de Ermua y Basta Ya. Sin olvidar otras fundaciones y asociaciones cívicas y religiosas, o colectivos de cuerpos y fuerzas de seguridad. Pero sobre todo, quienes se han manifestado han sido hombres y mujeres anónimos, desfilando en silencio o gritando, crecientemente indignados y obligados por las circunstancias a salir de su casa, de su oficina, de su vida serena y tranquila para irrumpir en la vida pública con el único deseo de decirle a las víctimas que están con ellas, y al gobierno que lo que hace es una infamia.
Las seis o siete manifestaciones, entre gigantescas y multitudinarias, han reunido a millones de personas. Han vuelto las banderas de España, hemos recuperado el himno nacional, aunque mudo todavía, y se han llenado las calles de gente indignada pero digna, a diferencia de los asesinos potenciales, con miradas de rencor y de odio, que asaltaron la calle en la anterior legislatura a gritos de “Aznar Asesino” y “PP Fascistas”. La gente común y corriente ha devuelto a las víctimas la legitimidad y el protagonismo moral y político que les corresponde. Cada uno de esos individuos, por su participación en todas y cada una de las manifestaciones por la Libertad, la Memoria y la Justicia, han desagraviado a las víctimas, limpiándolas del oprobio gubernamental, ofreciéndose como escudos simbólicos por quienes en su momento se interpusieron como escudos humanos, muriendo para que no nos mataran.

Sin embargo, la emoción y los buenos sentimientos, por muy nobles y fundados que sean, no son suficientes para enfrentar el futuro inmediato.
Los partidos políticos tampoco, incluídos los dos más decentes, PP y UPD, pues no sirven para tomar la delantera en la rebelión cívica que ha nacido y crece como una ola. Es hora de rogarles a Rosa Díez y a Rajoy que se coloquen detrás, cerrando filas, con discreción y humildad, y que se pongan a la disposición de la gente, tratando de no equivocarse tan gravemente como lo ha hecho el presidente popular, quien andaba de mítin electoral por Almería cuando se le esperaba con AVT el 24N, y sin embargo estuvo con los partidarios de la negociación con Eta en la esperpéntica, efímera y minúscula concentración-trampa del martes pasado.

La herramienta de la articulación entre la reacción ciudadana y la defensa cívica de nuestras libertades es hoy, más que nunca, la Asociación de Víctimas del Terrorismo, arropada por el Foro de Ermua. Ambos colectivos representan genuinamente a las víctimas, y las víctimas, con su sacrificio, representan lo mejor de nosotros mismos. Defenderlas y apoyarlas significa luchar por aquello que les ha costado la vida: libertad, justicia, España.
Me vienen dos imágenes a la memoria: unos cárteles con nombres y fotografías de víctimas argentinas del terrorismo (en este caso, terrorismo de estado durante las dictaduras militares) bajo el título”CONÓCELOS”; y los “Monuments aux Morts pour la France”, construidos después de la primera guerra mundial en TODOS los pueblos del país vecino, con los nombres de todos y cada uno de los Caídos.
Son dos maneras de recordar permanentemente a quienes han muerto y han sido perseguidos por defendernos; de acogerlos en el mundo de los vivos, de devolverlos al lugar de donde jamás debieron partir; de transformar su muerte y el dolor de sus familias en nuestras armas cargadas de un futuro en libertad.

Nosotros podemos hacer algo parecido, a nuestra manera. Mil vidas robadas son mil recuerdos, mil rostros, mil héroes, mil mártires. Y pueden ser mil calles con mil nombres en mil pueblos de nuestra España, para recordarnos por las esquinas que la Libertad tiene un precio. Brindemos a nuestras Víctimas ese homenaje permanente. Es una deuda que hemos contraído, no pagarla sería perder nuestro Honor.

Dante Pombo de Alvear

La Nación sin Estado


Es tendencia habitual de los regímenes totalitarios estatalistas y de sus secuelas políticas socialistas, la intención no declarada de homologar conceptos diferenciados bajo una denominación común, hasta alcanzar la confusión suficiente que permita su reinterpretación en los términos que más convenga a sus propósitos subyacentes.

En el caso del PSOE, el objetivo ha quedado explícitamente manifiesto durante la presente legislatura, bajo la batuta del presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Se trata de erradicar en España el concepto de nación, para sustituirlo por el de estado, mucho más favorable al único propósito que les interesa a los del PSOE: perpetuarse en el poder al estilo venezolano de Chávez.

Para obtener este objetivo han establecido una alianza permanente con los partidos nacionalistas que permitirá al PSOE continuar en el poder sine die con su apoyo, al tiempo que los nacionalistas obtienen paulatinamente sus reivindicaciones históricas. Una simbiosis política que beneficia a ambos.

Es hora de decirlo sin ambigüedades, el nuevo Príncipe de la Paz está sacrificando España y todo lo que significa, exclusivamente por su interés personal y el de su partido político; se repite la historia de lo que Godoy hizo ante los franceses, en esta ocasión, con los nacionalistas.

La nación no se puede reducir a estado

En el diccionario de la RAE, el término estado tiene dos acepciones de interés político:

5. m. Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano.
6. m. En el régimen federal, porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común.

Socialistas y nacionalistas comparten evidentemente la sexta, en búsqueda del utópico federalismo de sus sueños, que permita una nación de naciones en un estado absolutista, sin separación de poderes, con los medios controlados, y la sociedad domesticada. Para que esto sea posible hay que provocar la desaparición de España como nación, factor que impide su propósito. España es una nación, no un estado federal plurinacional.

¿Por qué les interesa a los nacionalistas y a los socialistas que España desaparezca como nación para reducirse exclusivamente a estado español?. Fundamentalmente por una cuestión económica, que es la de controlar la administración de recursos acumulados históricamente y los generados en la actualidad por los españoles, desde sus criterios particulares. Se trata de repartir la herencia cultural de nuestro país por criterios ilegítimos de forma subrepticia, pero con apariencia de legalidad. Se trata de establecer la desigualdad, para legitimizar dogmas inventados y convertirlos en criterio de privilegios.

Con el gobierno socialista vigente, la única política que ha habido en España ha sido la del reparto de los recursos, con el único objetivo de mantenerse en el poder, redistribuyendo las cosas a su manera, premiando a las comunidades afines a su propósito y castigando a las que se oponen a sus decisiones. Con el PSOE se ha fragmentado España en un inusitado rango de conflictos. La crispación favorece a sus intereses, porque se puede manejar como necesidad de cambios, lo que ha sido provocado para conseguirlos.

La semántica es una barrera contra sus intenciones. Analizando la palabra estado proviene de "status", que a su vez lo hace del verbo estar, y estar de forma permanente en el poder es lo que pretenden Chávez y Zapatero, en eso no se distinguen estos buenos amigos, solo que uno lo dice y otro lo calla. Menos mal que el lenguaje español en su riqueza delimita los conceptos con precisión, no se dice en nuestra lengua “estar español”, sino “ser español”. Por lo tanto el concepto de estado es insuficiente para determinar nuestra condición: los españoles no solo estamos, también somos, somos españoles.

Ser español

Cuando acudimos al diccionario de la RAE, las cosas quedan absolutamente claras al consultar el significado de nación, vocablo que también proviene del latín:
1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.
2. f. Territorio de ese país.
3. f. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

La definición de nación es palmaria y se corresponde con una población regida por unas determinadas reglas, dotada de unas particulares instituciones, afincada históricamente en un territorio, que comparte una cultura, y habitualmente un idioma.

El artículo 1.2 de la Constitución Española de 1978 explica con más claridad si cabe quien es el sujeto único de la determinación del estatus español:

"La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado".

No caben interpretaciones abominables en nuestra Constitución, el estado es una consecuencia de la nación, y no al revés, como pretenden que nos creamos, al sugerirnos que la nación es una consecuencia del estado.

La nación es previa al estado, porque se conforma sobre territorio, población, cultura, idioma e historia. El estado son instituciones, leyes y normas, de las que se dota una nación para organizar la convivencia de sus habitantes en el interior de su territorio, y su relación con otras naciones. El estado es siempre la consecuencia de una nación y nunca su causa.

Rodríguez Zapatero puede representar plenamente al estado español, pero no puede representar a la nación española más que de una forma delegada y específica, como cualquier otro español. Desde el Rey hasta el último inmigrante nacionalizado, pueden representar a nuestra nación, pero no al estado español, que tiene reguladas por ley sus representaciones. Si España es un estado, solo podrá ser representada por los políticos, si sigue siendo una nación, puede ser representada por cualquier ciudadano, en cualquier circunstancia. Una de las perversiones de la política socialista durante esta legislatura es desplazar a los españoles del espacio representativo que se corresponde con sus intereses.

La sociedad española, los ciudadanos de este país, no podemos aceptar de ninguna forma el cambio que se pretende dar a nuestra naturaleza, a nuestra identidad, por los intereses saduceos de un malandrín goyesco que confunde la democracia con la behetría, buscando dejar a la nación sin estado, con el fin de debilitar su cohesión para poder imponer su ley y la de sus aliados.

Su torpeza le ha conducido a despojar a la nación española de su estado, cuando en realidad su pretensión era despojar al estado español de su condición diferenciada de nación. "Que mal están las cosas en España", frase que repetimos cotidianamente, es un logro de Rodríguez Zapatero, que ha creado el problema, con la intención de ofrecernos posteriormente la única solución posible: la suya.

La historia se repite, Godoy, otro príncipe de la paz, hizo prácticamente lo mismo hace doscientos años, entregando a los intereses de los franceses nuestra nación, como Rodríguez Zapatero está haciendo con los intereses de los nacionalistas. Pero el pueblo español, que vive entre el amodorramiento secular y la explosión identitaria, se levantó el 17 de marzo de 1808, en el conocido motín de Aranjuez y derrocaron al valido vendedor de patrias, como preludio de la declaración de independencia que los alcaldes de Móstoles (españoles, simplemente), pronunciaron el dos de mayo de 1808:

Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mí el Alcalde de la villa de Móstoles:

Es notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas; de manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, Después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey; procedamos pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son.
Dios guarde a Ustedes muchos años.

Móstoles, dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.
Andrés Torrejón
Simón Hernández

No hay mayor soberbia que la del que presume de humildad para alcanzar sus objetivos personales a costa de que los demás abdiquen de sus derechos.

Biante de Priena

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