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sábado, 17 de mayo de 2008

La viuda de Piñuel

Piñuel

Querida última víctima de ETA, si desde algún lugar virtual hubieras podido observar tus propias exequias te darías cuenta de que tu muerte de poco ha servido, has sido otra víctima más.

Tus funerales han sido fastuosos, como siempre ocurre en estos casos, se ha congregado la élite alrededor de tu caja de pino, incluso han asistido los Príncipes de Asturias. Y por primera vez, desde Ajuriaenea han autorizado que los ertzainas posen al lado de tus compañeros, rindiendo honores a tu féretro. Pero ha sido solo un desvarío, que rápidamente se ha corregido por parte del PNV, acusando junto al brazo político de tus asesinos a tus compañeros y a ti, posiblemente, de torturadores. No tienen remedio, Piñuel, son así de infames.

Cuando tu hijo de hijo de cinco años crezca te reconocerá por esos vídeos que habías grabado con Victoria, tu mujer, en las playas de San Andrés, en las que un 10 de diciembre de 1831 fueron fusilados unos cuantos patriotas liberales, que acompañaban al General Torrijos. Ahora tú también formas parte de los inmortales que han defendido nuestra nación, como tantos otros “picoletos” inicuamente apartados de la vida por unos asesinos ejecutores y unos políticos incapaces de acabar con ellos.

Querido Piñuel, creo que sabrás que de todas las autoridades que asistieron a tus exequias ninguna te puede conceder el rango de héroe, te pueden dar medallas póstumas, y pueden hacerte homenajes, pero a los héroes los hace el pueblo, y los héroes mueren siempre para vivir en el corazón de sus iguales, a los que han defendido con su propia vida de los miserables.

A ti te ha tocado la muerte, y a Victoria, tu mujer, le ha tocado la viudedad y sacar adelante al cachorro huérfano. Pero tiene coraje, es malagueña y “trabá”, y a esta se le nota que antes “partía que doblá”, no como a otras que lo presumen. Tenías que haberla visto, con el orgullo español más intenso defender tu muerte y defender la vida de nuestra nación. Aquí te dejo sus palabras, que a tantos nos han estremecido.

Sabemos que por este lugar acuden algunos de tus compañeros de la benemérita, quizás porque estén hartos de escuchar siempre lo mismo, y buscan razones que no encuentran en otros lugares para comprender como los seres humanos nos hemos deshumanizado tanto, que podemos llegar a acostumbrarnos a la muerte de alguien que defiende nuestra vida como si nada hubiera pasado. Me gustaría decirles algo, pero prefiero no decir nada, porque yo tampoco lo comprendo, solo quiero manifestarles que comparto su dolor.

Pues eso Piñuel, que ahora que estás en el otro lado de la realidad, te darás cuenta de cuanta mezquindad nos asedia, pero también habrás visto que no todos estamos anestesiados, y que hay muchos que sentimos un profundo dolor con tu muerte, que nos ha arrebatado la esperanza y nos ha devuelto a la realidad, con las palabras de Victoria, con las lágrimas de tu hijo, al que le habrán dicho que papi está en un destino del que no le permitirán regresar durante algún tiempo. Y no quiero ni imaginar el desgarro del corazón de Victoria cada vez que ese crío le pregunte: ¿Cuándo viene papi?.

Yo le diría, cuando fuera un poco más mayor: Tu PAPI ya es ESPAÑA chaval, porque ha entregado su vida porque tú y todos nosotros podamos seguir adelante hasta acabar con sus asesinos, y no dudes que lo haremos uno a uno irán pagando por todo el dolor que nos han causado injustamente.

¡Viva la Guardia Civil!

¡Viva España!


Juan Español

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