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viernes, 27 de junio de 2008

Un ciudadano en el Parlamento de Cataluña





Defendiendo el español. ¿Para qué sirven las firmas, si los políticos se las pasan por el forro?. Con la ayuda de unos pocos, Paco Caja logró 50.000 firmas para hablar en el Parlamento de Cataluña en defensa de nuestro idioma..., de nada sirvió. Son una mafia.

Convocatoria: Todos a Canaletas si España Gana la Eurocopa. Pásalo!

Si vives en Barcelona y España gana a Alemania, nos vemos todos en la fuente de Canaletas después del Partido.

¡Podemos!

¡Pásalo!

España en coma

Cuando Franco se murió en la cama, allá por el año 1975, los españoles todos, heredamos a sus enemigos. Al contrario de lo que decía su testamento de que todo quedaba "atado y bien atado", todo estaba dispuesto para que los más espabilados, como siempre, hicieran su agosto. El milagro español es que todavía nos sigamos llamando España.

Todavía recuerdo la chaqueta de pana de Felipe González, y ese aire de perdonavidas o de acosador de patio-escuela, que se dejaba acompañar de la verborrea ladina de su "amigo" Alfonso Guerra, el que llamaba a Adolfo Suárez "tahúr del Misisipi" y que anunciaba que el PSOE iba a dejar España que no la iba a conocer ni la madre que la parió. Manuel Fraga se quitaba apresuradamente el traje de censor del régimen anterior, y los nacionalistas comenzaban a crear sus "nuevas naciones", mientras ETA embadurnaba de sangre nuestra historia y la suya.

Treinta y tres años después, las cosas han cambiado. Los políticos se han convertido en una casta poderosa, zafia y corrupta, que alardea de su ignorancia irredenta y su incapacidad, lo que no le impide seguir democráticamente en el poder, inculcando el miedo al adversario la mayoría de las ocasiones en que se convocan elecciones, como hacía Franco cuando periódicamente permitía referenda por cualquier motivo.

Antonio Muñoz Molina, denunció esta situación en un artículo publicado en el diario "El País" el 27 de enero de 2007, y que titulaba "Estado de delirio", recibiendo hasta la fecha 280.517 votos, un diputado al Parlamento. El escritor Francisco Rubiales, ha publicado una obra titulada: "Políticos, los nuevos amos", quejándose de que una obra similar publicada en Italia ("La casta"), había vendido quinientas veces más ejemplares, y no porque estuviera mejor escrita, se puede añadir.

De nada sirve la voz de alarma, el pueblo español que había dormido en el "sueño de los justos" durante cuarenta años de franquismo, ha pasado a "estado comatoso" en los treinta años que llevamos de democracia. Los ciudadanos de este país nos hemos acostumbrado, como hicieron nuestros padres, a vivir con un "régimen" que ahora llaman democracia, pero que es una autarquía disfrazada. Y a nadie le importa que se gobierne bien o mal, da igual, total que más da que estén en La Moncloa los del PP o los del PSOE, si sigue en el poder el mismo modelo de dictadura ineficaz y paletismo intrascendente.

Algunos soñamos con esa pequeña revolución en el interior de seres que tienen la capacidad de pensarse a sí mismos, de tomar conciencia de la realidad, de que son sujetos de derechos y libertades que han decidido no ejercer, afianzándose en la supervivencia cotidiana, porque no le queda más remedio. No queda tiempo para hacer una revolución, sólo lo hay para sobrevivir como se pueda.

Y luego tenemos los intelectuales, una "clase" propiciatoria al régimen en el que vivimos, que le sigue el juego, en compañía de titiriteros, porque el arca de Noé de la cultura española acoge a todas las especies, sin discriminación alguna.

Al contrario del afásico presidente del Gobierno, soy pesimista con el futuro de nuestro país, que vive en la inercia de los tiempos a la deriva, librando escollos y arrecifes según van surgiendo, sin rumbo, ni capitán, y con la tripulación borracha de riqueza inmerecida.

Los políticos han convertido este país en un desierto de razones y sentidos comunes, nada brota en España, vivimos de las rentas del pasado y de haber llegado a Europa cuando había algo que repartir. En España no habrá ningún problema con la llegada de la globalización, porque ya nos hemos acostumbrado a no ser nada, y estamos preparados para que las grandes corporaciones financieras, los nuevos dioses, nos construyan a la medida de la mejor forma que puedan explotarnos como productores y consumidores.

Los españoles somos una masa amorfa y desvitalizada, un fósil virtual de lo que algún día fuimos, y en nuestra decadencia irrefrenable vamos hacia un fin seguro, que será el de hundirnos paulatinamente más en la miseria de vivir a la medida de lo que nos dicten y lo que decidan hacernos. Que más da que sea Rajoy que Zapatero, Gallardón o Rosa Díez, todos son políticos, y nosotros, ciudadanos, carne de cañón, masa despojada e inerte.

Ya, ya, algunos dirán que este pueblo existe porque puede quedar campeón en la Eurocopa, con el permiso de Alemania; o porque 100.000 ilusos ilusionados respalden con su firma un manifiesto que llama a nuestro idioma "lengua común" y considera que es "un bien democrático", al que la Vicepresidenta de Vogue, perdón De la Vega, se apuntará sin problemas, porque considera que el español es una lengua magnífica, incluso para hablar, con la excepción de los territorios ocupados, en los que las filiales de su partido imponen la opresión fascista, mientras van poniendo ladrillos a su proyecto de emancipación, sin que nadie haga nada.

No es extraño que tengamos un Gobierno y una Oposición tan incapaces, porque se conforman a la incapacidad política de los electorados que las eligen, más de lo mismo para lo mismo.

España, ya no existe como realidad, ni histórica, ni cultural, ni social. Los españoles somos una masa amorfa con una camiseta roja que mira cuanto falta para que acabe el partido, y se pueda celebrar la derrota o la victoria. Las fuerzas que nos destruyen son más poderosas que las que nos construyen, lo que dejamos de ser no lo recuperaremos nunca.


Biante de Priena

Lo que no vimos en cuatro: Exaltación española sin censura



El día de la victoria de España ante Italia, no nos permitieron disfrutar de las imágenes que mostraban la alegría de la selección española y los españoles que se encontraban en el estadio. Dirán que fue por motivos publicitarios, pero a mí me huele a censura de las emociones por el triunfo de nuestra selección. Cada uno que opine lo que quiera. Todos los países del mundo han podido verlo, menos nosotros.

El común manifiesto por una lengua

En algunas ocasiones, y es una actividad que recomiendo, me gusta sentirme un extraterrestre, o un intraterrestre de otro tiempo o lugar, estas cosas se aprenden leyendo antropología y cosas sobre el relativismo, que es una actividad que recomiendo.

Supongamos que no se tienen referencias circunstanciales sobre lo que ocurre, que se acaba de llegar, y se ha descontextualizado la realidad, y se plantea elegir entre alternativas que se ofrecen para tomar una decisión. Si a un francés o un sueco se le preguntara por el texto del Manifiesto de Savater, ¿qué diría?.

Una amiga a la que aprecio, me ha preguntado hoy por teléfono porque sigo insistiendo en no firmar el dichoso "Manifiesto por una Lengua Común", le dije que porque no estaba suficientemente claro que era lo que defendía, que si una lengua común, que si un bien de la democracia, que si Savater se nos había vuelto jesuita. No sé, no lo veía claro. Me dijo que no sólo era Savater quien lo firmaba, y le dije: ¿qué coño hace Boadella suscribiendo ese manifiesto?. Los dos nos reímos.

A otra amiga que se dedica a la comunicación y a la que también aprecio, le había preguntado ¿por qué razón yo veía lo que veía de esta acción civil, mientras los demás sufrían de amaurosis?, vino a decirme algo que me orientó en la disquisición: "estás demasiado cerca del asunto, por eso ves lo que otros no llegan a ver"; resumiendo, que me había acercado tanto que además de ver la llama, también veía quien encendía la hoguera y hasta porque la encendía, mientras que otros solo veían la lumbre desde la distancia, o sentían cierto calorcillo, y otros tenían tanta necesidad de ver en la oscuridad que cualquier luz les servía.

Pues nada, que aquí un servidor de la lengua de Cervantes, al que no le gusta la lengua común, porque prefiere seguir llamando a las cosas por su nombre: idioma español o lengua castellana, se ha plantado y no firma el dichoso Manifiesto.

Con eso de una lengua común, nos pueden sorprender un día con algo como lo que sigue, que es el comienzo del Quijote en "spanglish": “In un placete de La Mancha of wich nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase”. Vamos, ¡qué no!.

Con eso de un bien democrático para definir el español, terminamos dejando nuestra lengua al pie de las urnas, es decir, precisamente conseguimos el efecto contrario de lo que corresponde: que algún día tengamos que votar si queremos nuestra lengua o no la queremos. Y como uno sigue pensando que hay cosas con las que no se puede jugar a la política que lo ensucia todo, pues como que tampoco.

A mí estas cosas de las reclamaciones colectivas me recuerdan a los sindicatos, que siempre funcionan por intereses propios de sus organizaciones antes que por los intereses de sus representados, como los partidos políticos, exactamente.

Como soy de los que siguen pensando que son los derechos los que se fundamentan en valores, y no los valores en derechos, y además no menciona siquiera la palabra libertad en todo el texto, cuando de lo que se trata es que a ciudadano español se le deje elegir constitucionalmente que se exprese en la lengua oficial de su estado, y no le opriman por intereses nacionalistas y consentimientos nacionales, pues he llegado a la conclusión de que no se puede firmar este bodrio, con mis respetos para todos los firmantes de buena voluntad e intenciones, con los que comparto objetivos, pero no una vía que me parece absurda. Motivos para creer ya tenemos bastantes con el PSOE.

Un manifiesto que denuncia una barbaridad política como la que se ha hecho con nuestro idioma conculcando nuestros derechos constitucionales, y con el consentimiento de los gobiernos nacionales que no lo han impedido, sin mencionar siquiera que haya algún responsable de lo ocurrido, más que un manifiesto de defensa de algo, es un acta de exculpación de los crímenes cometidos, o "una ley de punto final", vaya usted a saber cuales son las intenciones últimas del asunto.

Y por último, no he firmado el manifiesto porque las razones que aduce para defensa de nuestro idioma son impropias, inanes y políticas, y como pienso que lo mejor que le puede ocurrir a nuestra lengua es que los políticos no le pongan las manos encima que no las acabarán destrozando, sean miembros o "miembras" del colectivo, pues que no les doy el pase para jugar, ni para juzgar lo que no les corresponde; cuanto más controlemos sus actos, mejor, porque hay cosas que están suficientemente claras para todo el mundo, menos para los políticos que rentabilizan su cuestionamiento.

La vicepresidenta de la Vega ha dicho que apoya cualquier manifiesto que defienda nuestro idioma, seguro que lo acaba firmando hasta Zapatero, si alcanza el número de firmas suficientes, mientras en Galicia, Baleares y Cataluña las filiales del PSOE siguen impidiendo que los niños puedan ser educados en la lengua de sus padres, para erradicar las raíces que les unen a lo español, comenzando por el idioma, y sembrar su propia cultura contra la nuestra, porque es de lo que viven algunos, del odio a lo español. Y lo del PP, firmándolo por territorios, para mostrar que cada territorio tiene su criterio. Que pantomima, para mear y no echar gota, cuando ni el PSOE, ni el PP han hecho nada en 30 años para detener la opresión de los nacionalistas a los españoles en las comunidades bilingües, permitiendo la laminación de nuestros derechos constitucionales, por puro interés electoral.

Alguno de los firmantes, como Agapito Mestre, aunque ya había advertido que lo hacía por "imperativo político", ahora se está dando cuenta de lo que ha firmado y recoge velas deprisa. Y un especimen tan relevante de nuestra cultura como Ramoncín, ha protestado por haber sido incluído en la lista de firmantes, amagando que iba a firmarlo para armar bulla contra el asunto, devolviendo favor por las gracias concedidas a la SGAE por Zapatero, como denuncia Girauta. Y los profetas, siguen su propio éjira camino de La Meca.

Así, que desde el solipsismo que me caracteriza en este tema, seguiré esperando el regreso de todos los que marcharon a salvar nuestro idioma, precisamente a dónde no era lugar para resolver estas cosas; eso les ocurre por creer que todo lo que parece bueno, realmente lo es, a semejanza de nuestro país con lo que le ha ocurrido con Zapatero, será cosa del signo de los tiempos.

El único lugar donde se resuelve esta injusticia es en el Parlamento español, diciendo bien claro que en todo el territorio nacional el español es la única lengua oficial, como han hecho en Francia, ese país democráticamente tan lejano, y al mismo tiempo, que nuestro idioma común, constitucionalmente sancionado, queda ajeno a todo lo que tenga que ver con la política, porque forma parte de nuestra cultura, y no de las chuminadas de unos ignorantes que forman el colectivo político más inculto y zafio de la historia de España; a este paso no degenrarán sólo el idioma, también involucionarán la especie.

Es que cuando no se habla con propiedad y se actúa en coherencia, se puede acabar votando si se tienen derechos humanos o no se tienen, y ahora, que ya somos legalmente todos en nuestro país grandes simios, como para andarse con tonterías. Quía.


Biante de Priena

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