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sábado, 4 de octubre de 2008

La hora de la verdad de UPyD

La diputada de UPyD en el Congreso, Rosa Díez, ha dicho hoy que en una situación de crisis política, económica y social como la que vive España, las cosas no se resuelven dando buenas noticias, sino “diciendo la verdad”, asumiéndola y diciéndosela a los ciudadanos. Grandes aplausos en el Circo Price.

En situación de crisis, y también en situación normal, querida Rosa Díez, que los ciudadanos no somos infantes y queremos saber la verdad sobre lo que ocurre en la política, lo ocurrido con el GAL, lo ocurrido con la negociación con ETA, lo ocurrido el 11-M. Se nos van quedando las cosas en el armario y luego nos rebrotan con demasiada violencia.

Hace unos días, Joan Valls, invocaba a José María Aznar, para que nos contara la verdad y se dejara de pruritos, lo mismo podía hacer María San Gil, y también Rosa Díez, que fue del PSOE durante 30 años, ocupando cargos institucionales diversos en representación de este partido. ¿Cuál es la verdad?.

Todo esto me recuerda a aquel cacique de pueblo que ante una manifestación contra sus excesos opresores, tomó la palabra y dijo: “es hora de que todos pidamos justicia y libertad. Cuenten conmigo para lo que sea necesario”.

Nos habla Rosa Díez de regeneración democrática ante tanta degeneración democrática. Está bien el discurso, creo que electoralmente será el más rentable, ante el caos reinante sólo hay que tirar hasta las próximas elecciones poniendo a caldo a todo el mundo, a Zapatero y a Rajoy, por supuesto.

Pero en realidad, no todo el mundo está satisfecho con los logros de UPyD, un partido político que no admite la crítica en su seno poco tiene que ver con la libertad, la igualdad y la democracia, un "partido pancarta" está bien como denuncia, pero es insuficiente para salir del marasmo en el que se encuentra este país, sus ciudadanos y su historia.

UPyD sólo puede ser LA ALTERNATIVA POLITICA A TODO LO QUE HAY, y lamentablemente no lo es. Un partido que sólo nos muestra sus aciertos, es una representación lunática de la realidad, con una cara visible para todos y otra oculta para todos. Un partido con un discurso triunfalista y reparador, no es un partido que quiere decirle la verdad al ciudadano, es un nuevo actor del espectáculo político que nos obligan a vivir. La verdad no es útil, porque si es útil -para conseguir confianza o votos-, más que verdad, es propaganda.

Por críticas menores como éstas, a algún militante de UPyD le ha costado un expediente de expulsión. La comunicación interna dentro del partido está artefactada y prácticamente prohíbida, quedándose en las alabanzas y elogios de los blogs de la web oficial, la única participación de los militantes.

Estamos apañados si esto es todo lo que puede ofrecer UPyD, ejemplo de partido acaparador construido no para cambiar las cosas, sino para alcanzar cuota de participación política. Organización extravagantemente jerarquizada, demasiado heredera del PSOE, y cerrada a cualquier alternativa de comunicación en libertad.

A pesar de todo, estoy de acuerdo con Rosa Díez, ¡que resplandezca la verdad!, pero toda la verdad, no la que interesa mostrar a los ciudadanos para conseguir votos, porque eso es secuestrar nuestra dignidad, una vez más, como hacen todos los demás partidos políticos, es un engaño.

UPyD puede ser un partido de ciudadanos activos políticamente hablando, que en democracia sean capaces de vencer la opresión de la política, o puede no ser nada. Hasta ahora, Rosa pone la voz que se quiere escuchar, un canto de sirena en este océano de incertidumbres, pero no es suficiente, ni mucho menos.

En UPyD tienen que decidirse de una vez si quieren ser un dique de protección del sistema político corrupto realmente existente al servicio del PSOE y el PP, o el ariete al servicio de los ciudadanos para destruirlo. Sin más dilación, por cierto, porque no queda mucho tiempo para que la vorágine ciudadana arrase con todo, en sentido simbólico lo digo, por supuesto.

Vamos a dejarnos ya de acrobacias dialécticas y funambulismos circenses, es la hora de la verdad, aunque duela. La verdad de los parados, la verdad de los enriquecimientos ilegítimos, la verdad sobre las estafas y mentiras continuadas a los ciudadanos. La verdad es que no hay democracia en este país, que no se respeta la Constitución, y que la política es exclusivamente un negocio con los fondos del Estado, a costa de los ciudadanos.

Los ciudadanos estamos dispuestos para escucharla y obrar en consecuencia, ¿será capaz alguien desde la política de tirar de la manta o sólo nos dirán que sería necesario hacerlo?. O alternativa real, o más de lo mismo. O al lado de los ciudadanos, o al lado de los políticos, esa es la unica cuestión relevante..., esa es la verdad.


Erasmo de Salinas

Que llamen a los alcmeónidas


He leído un libro sobre la historia de la Grecia Clásica, de un autor alemán de nombre Joachim Fernau (1909-1988). La historia de este escritor, pintor, y periodista deportivo. Aunque también fue profesor en alguna universidad, pero eso no reviste importancia.

El autor, que al parecer escribió tres libros de historia -: Ave Cesar (historia de Roma), Rosas para Apolo (historia de Grecia) y El Anillo de los Nibelungos (historia de Alemania). Nos relata las cosas que ocurrieron con singular maestría y simpatía. Trata de buscar un referente alemán para cada episodio importante de la historia que nos cuenta, así vamos conociendo la historia de Roma y la de Grecia, al mismo tiempo que conocemos la alemana, que tampoco viene nada mal.


Joachim Fernau admira a los griegos de la época de Pericles, pero a Pericles no se llegó por casualidad, no ocurrió, y eso es lo que trata de explicarnos en cada una de las páginas de su libro Rosas para Apolo. La historia de Grecia, el origen de la civilización occidental, está plagado de luchas y conflictos, en los que Esparta y Atenas marcan las diferencias entre dos formas de plantearse la vida y la historia. De ahí viene casi todo.

La preocupación del autor es la nación alemana en el contexto europeo tras la segunda guerra mundial, una de sus obras más conocidas es: “Alemania, Alemania, por encima de todo...”, posiblemente en respuesta a la obra de Emile Durkheim, socialista y judío: “Alemania por encima de todo”, que en esta ocasión actúa más por sus miedos que por sus razones. Es todo tan humano y relativo.

Pero de lo que quería hablarles hoy es de los alcmeónidas, que son al cambio la antítesis de los socialistas españoles, seguro que José Blanco y Zapatero ni lo saben. Que van a saber este par de ignorantes lacedemonios.

Los alcmeónidas eran una familia o algo parecido, en la que destacan tres ejemplares griegos a lo largo de las generaciones: Clístenes, Pericles, y Alcibíades. Sin ellos sería difícil comprender la historia DEMOCRÁTICA de Grecia, y por extensión, la nuestra.

Hoy he querido hablar de los alcmeónidas, pero les dejo un artículo que he encontrado por internet: La democracia ateniense, de Marta Cecilia Ospina Echeverri, de la Universidad de Antioquia, que también tiene fonética griega.

En fin, los alcemeónidas, la nación alemana, el miedo de Durkheim, la nobleza de Fernau, y el eterno retorno a la Grecia Clásica nos puede dar una idea de donde estamos ahora en España. Todo mezclado queda mucho más hermoso: ¿es el mestizaje la vía de la plenitud?. Pero los chorizos todavía no son obras de arte a pesar de la Alianza de las Civilizaciones y el cambio climático. La democracia, es mucho más que un negocio de chorizos y butifarras.


Biante de Priena

Constitución Española de 1978 (9): Artículo 9

TÍTULO PRELIMINAR

Artículo 9


1. Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.

2. Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

3. La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.

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