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domingo, 26 de octubre de 2008

Por un Observatorio para la Etica Politica

El constructivismo es una de las muchas formas en las que se puede representar la interacción del sujeto con el objeto, del ser humano con el mundo, y de los seres humanos entre sí.

La política es una construcción genuina, pletórica de símbolos, mitos y rituales, que se consolida cada día más como el criterio fundamental por el que deben determinarse todas las cosas conocidas, y desconocidas. Su importancia está desplazando a la economía, en la intención de fundirse con ella y dominarla. La presente crisis es extraordinario ejemplo.

Previamente la política suplantó a la religión, como la única creencia posible, legítima, admitida, por una sociedad moderna, avanzada, progresista. .

La inocencia de la mayoría de los ciudadanos es insultante, casi tanto como su ignorancia. A los irresponsables que aceptan que la democracia es ver a sus elegidos en la tele diciendo tonterías, y que su papel en la política es acudir cada cuatro años para relevarlos o ratificarlos en las urnas, les debemos todos los males que nos ocurren, económicos, políticos, sociales e individuales.

Los ciudadanos necesitan convertirse en creyentes, y los políticos en una clerecía singular que defiende los dogmas de obligado cumplimiento. Los medios de comunicación viven fundamentalmente de las creencias y mucho menos de la información, por eso la propaganda ha ido desplazando cada vez más al relato de los hechos. Todo está politizado, absolutamente todo.

En los anuncios de televisión se ven productos que posiblemente disminuyan el colesterol, que nos hagan estar más bellos y lúcidos, o que nos van a hacer felices. Esto es una patraña, pero prepara el contexto de la creencia, o mejor dicho, de la credulidad requerida para que las cosas sigan siendo de la misma forma, para estabilizar un sistema en el que los políticos son los privilegiados de la sociedad y los ciudadanos los damnificados, sin posibilidad de réplica alguna.

La democracia existente en la mayoría de los países, ni es democracia, ni nada que se le parezca, sencillamente es un negocio egoísta que permite a algunos vivir muy bien, y a la mayoría seguir viviendo cada día peor, porque los que viven muy bien quieren vivir mejor.

Estamos en el 2008, los ciudadanos saben leer y escribir, incluso una mayoría dispone de un criterio sobre las cosas, y una minoría sabe que la política es un montaje estafador, posiblemente el mayor factor de segregación y desigualdad existente en las sociedades avanzadas.

No se puede seguir triunfando en las elecciones para cobrar sueldos astronómicos a costa del erario público por no hacer nada, por empeorar la vida de los ciudadanos. Sin ningún control, sin tener que rendir cuentas, en plena impunidad, moviéndose por caprichos personales y no por las necesidades de los ciudadanos.

La revolución pendiente sólo es una, la ocupación del poder por los ciudadanos, la representación de cada uno por sí mismo, y el control exhaustivo de los políticos, exigiendo una auditoría permanente de sus ingresos, pero también de sus gestiones políticas.

La forma de acabar con todas las crisis, pasará siempre por el control de los políticos. Hay una pequeña diferencia entre representar los intereses de los ciudadanos, y representar los intereses propios, que permiten la perpetuación en los cargos.

Es hora de crear en nuestro país una agencia independiente de control político, un observatorio de la ética política, de las propuestas y de las acciones políticas, formado por ciudadanos independientes, con la colaboración de expertos en cada tema importante para nuestras vidas.

Basta ya de repetir errores, se necesita un jurado permanente de personas que nada tengan que ver con la política, porque su interés sea exclusivamente la defensa de las auténticas necesidades de los ciudadanos.

El Defensor del Pueblo se ha mostrado ineficaz, y además se ha apartado de la defensa de los intereses de los ciudadanos, quizás por exceso de trabajo, eso es cierto. Más allá del Defensor del Pueblo, está un observatorio de Ética Política, una institución indispensable en nuestro país, que los ciudadanos debemos exigir de inmediato, y si no se hace con la colaboración del Estado, deberá hacerse de forma independiente, con el apoyo de ciudadanos comprometidos.

La sociedad civil no puede permanecer inerme ante tanta insidia y tantos desmanes. Resulta curioso que en este mundo plagado de ONGs, a nadie se la haya ocurrido hacer la principal, la de protección de los interes de la sociedad civil frente a la opresión del Estado en manos de políticos egoistas. Esto dice mucho de cuales son los auténticos intereses de las ONGs, que no tienen nada que ver con los intereses de los ciudadanos, sino con su culpabilización permanente, y la rentabilidad que de ello se deriva.


Biante de Priena

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