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martes, 23 de diciembre de 2008

El imprescindible final del "progresismo"

NOTA PREVIA: El progresismo, usurpado por el CEJALISMO de José Luis, es una ideología de origen liberal y española, fue un liberal, Don Salustiano Olózaga su principal precursor, llevando el liberalismo doceañista hacia el liberalismo doctrinario, que era la moda en aquellos tiempos (1835-1875). El progresismo NADA TIENE QUE VER con el socialismo, pero tras la caída del Muro de Berlín y la ausencia de ideas, el socialismo español se ha envuelto del progresismo que jamás podra defender, porque ni lo entiende, ni lo conoce, ni sabe realmente cual es su auténtico sentido. En el artículo que a continuación les expongo, mi crítica es a ese falso progresismo al que los socialistas denominan progresismo, no al progresismo español y liberal que condujo a algunas de las adquisiciones civiles más importantes de nuestra historia.

El progresismo es el rival a batir, tanto por la izquierda –Julio Anguita- como por la derecha de este país. También por los no alineados y los no alienados.

El progresismo es según el “progresista” que lo ha expuesto en la wikipedia –aunque alguien advierte que se necesitan fuentes fiables- lo que a continuación copio y pego:

“En la actualidad el término progresismo agrupa doctrinas filosóficas éticas y económicas de ciertas tendencias políticas relacionadas tradicionalmente a la izquierda. El término surge como contraposición al de conservador. A diferencia de estos últimos los progresistas pretenden erradicar todo vestigio de pasado histórico con el fin de mejorar la condición socioeconómica de ciertos colectivos sociales. Los conservadores abogan por lo mismo, pero inclinándose por la defensa de ciertas tradiciones y valores sociales, que no son necesariamente derechistas en todos los casos. El progresismo actual defiende libertades individuales como: el feminismo, derechos de los homosexuales, el aborto, y el ateísmo. También apoya la diversidad religiosa y la inmigración. La ideología progresista está muy extendida a nivel mundial, en especial Europa y Latinoamérica. Para la propagación de esta ideología se utilizan los medios de comunicación masivos (prensa, radio, televisión) y los partidos políticos de izquierda. Está basado en "liberté, egalité et fraternité (libertad, igualdad y fraternidad)" que son los principios ilustrados".

Para añadir a continuación:

“Ocurre el hecho curioso de que, mientras en todo el mundo los sectores progresistas abanderan nombres ligados a la izquierda política, en EE. UU. dichos sectores han adoptado el nombre de liberales, nombre que en otros países se relaciona a sectores que en la actualidad no son vistos como progresistas, lo que ocasiona la confusión de mucha gente que piensa que por la coincidencia de nombres, en Estados Unidos no existiría el progresismo a la usanza de los demás países occidentales”.

Evidentemente, ésto nada tiene que ver con el progresismo, porque a nadie se le ocurre definir como “libertades individuales”, planteamientos colectivos, determinados por una visión sectaria de la realidad, como el feminismo, el homosexualismo, el ateismo, o las posiciones pro-abortistas.

¿Qué es el progresismo mal entendido por el socialismo?

Es la doctrina política que exalta el progreso como bien supremo de la sociedad. La dificultad inmediata para su comprensión semántica proviene de la definición que se conceda al concepto de progreso.

Progreso puede ser cualquier cosa, que no sea conservar. El progresismo tiene precisamente como máximo objetivo destruir lo existente para construir una nueva realidad.

El progresismo es una forma de fascismo, un pensamiento único y totalitario, que pretende convertir a los ciudadanos a su fe en la renuncia a todo lo establecido, para esta forma, construir un mundo nuevo, porque en el que vivimos hay demasiada injusticia, miseria, opresión, y privilegios.

Los progresistas no son demócratas, porque consideran que no cabe otra interpretación de la democracia que la que ellos hacen. Abjuran de la libertad individual, porque piensan que la libertad no es necesaria para establecer un mundo mejor, es más, la libertad ha sido el principal argumento que han utilizado los conservadores para construir el mundo a su medida. Al igual que Lenin se hizo la famosa pregunta: democracia, ¿para qué?, los progresistas inquieren: libertad, ¿para qué?.

El progresismo no habla de libertad, porque prefiere hacerlo de derechos, pero con un sesgo negativo. El derecho a abortar prevalece sobre el derecho a la vida, el derecho a morir libremente prevalece sobre el de vivir libremente. El progresismo, es en realidad, un materialismo, un antihumanismo, que considera que los seres humanos sólo son importantes en su conjunto, como sociedad. Esto se ratifica en la asignación del adjetivo “social” o “colectivo” a todas las esencias humanas en la política: educación social, justicia social, salud social, bienestar social, política social, realidad social, lucha social. El progresismo fagocita a los seres humanos para hacer un zumo social con ellos, en esta ideología, los seres humanos son clasificados de forma cuantitativa, porque son considerados como clones, absolutamente iguales. No hay lugar en el progresismo para la diferencia.

Los progresistas han tuneado el socialismo, para desvincularse de los fracasos del socialismo real, derivados de las extrañas interpretaciones que los estatalistas han hecho del marxismo. Para los progresistas, no existen el individuo o la persona, como tampoco existe la clase; fundamentan su prevalencia en los colectivos clientelares, doctrinarios y sectarios, que supuestamente han sido excluidos del poder hasta ahora: feminismo, homosexualismo, ecologismo, pacifismo, nacionalismos, altermundismo, “aliancismo”, para representar la unidad humana en relación a sus pretensiones e interpretaciones.
El progresismo denostará la tradición, la historia, la coyuntura existente, el orden establecido, las legislaciones vigentes, porque considera que son un producto de la hegemonía de un orden conservador que impide el cambio hacia su utopía. El mundo existente en la actualidad es un producto de un orden de privilegiados injustamente, bien por herencia o logro, al fin y al cabo, de oportunidades que han excluido a la mayoría y que han favorecido a los que partían de antemano con ventaja.

El progresismo, es el envoltorio ocultador de los fracasos del marxismo, un intento de salvar los bártulos tras el estrepitoso naufragio del modelo soviético en organización social y política, y por supuesto, económica. Es un movimiento regresivo, que pretende recrear el socialismo, porque no acaba de soportar su declive y degeneración en una burocracia corrupta.

Por último, el progresismo valora todo lo nuevo, la modernidad permanente, la innovación artística, el relativismo ideológico, el culto a la vanguardia, y la “iconización” de la realidad con nuevos ídolos, que sustituyan a los anteriores. Es un movimiento exhibicionista, que actúa con descaro, considerando que el poder es un instrumento a su servicio para organizar el mundo a su favor.

Sin duda, utiliza todos los medios a su disposición para implantarse, desde los recursos públicos hasta los medios de comunicación a los que subvenciona, y en su fanatismo excluye la posibilidad de alternativa o sustitución por parte de otros. ¿Quién puede gobernar el mundo mejor que nosotros, los progresistas?.

El progresismo será desplazado por la transversalidad

No se han enterado los progresistas del poco tiempo que les queda en el poder, porque la información inmediata, la comunicación libre, y la libertad que fluyen en la red, acabará con ellos.

La transversalidad es lo contrario del progresismo, en primer lugar porque representa la pluralidad que se establece sobre el reconocimiento de las diferencias, exactamente lo opuesto al pensamiento único de esta perniciosa ideología.

La transversalidad actúa políticamente de forma inversa al progresismo, diversas posiciones deben establecer un acuerdo beneficioso para todos, no exclusivamente una posición debe establecer lo que es bueno para todos. En este sentido son antitéticos. Por eso la transversalidad reconoce que la democracia es un espacio propicio al acuerdo entre diversas posiciones, mientras que el progresismo considera que la democracia es una herramienta al servicio de sus pretensiones.
Desde la transversalidad, el ser humano individual cobra vigencia, al igual que la libertad. El máximo principio de la transversalidad, o del transversalismo es no perjudicar a nadie, mientras que desde el progresismo se busca el beneficio de la mayoría o de su clientela, aunque se perjudique a todos los demás.

El relativismo transversal es positivo, puesto que considera que desde distintas posiciones la realidad no se ve de la misma forma, mientras que el progresismo considera que si no se ve la realidad como se establece desde sus presupuestos, es que los demás están ciegos.

El transversalismo aspira a la mezcla del conjunto en la mejor alternativa posible, mientras que el progresismo reniega desde su segregacionismo de cualquier intercambio con quien no comparte sus objetivos políticos. Ser transversal es vivir en el presente, sin renunciar ni al pasado, ni al futuro. Ser progresista es vivir en un sinvivir, porque no existe el presente, sino un pasado del que no acaba de librarse y un futuro que no acaba de llegar.

Y esto nos conduce a la exaltación del despilfarro que nos depara el progresismo en su nihilismo, viviendo el hoy como si fuera mañana. Inconscientemente, desde los patrones morales que establece el progresismo inducen a los ciudadanos a vivir como si fueran condenados a muerte sin posibilidad de indulto. El más allá es a donde se pueda llegar superando los límites, los mismos que no puede superar el progresismo al exponerse a la realidad, y ver como en su tozudez se impone ante su inducción a su cambio.

El único problema que tenemos en España se llama progresismo, y está representado por los partidos de izquierda como el PSOE e IU, y también por los diversos nacionalismos que parasitan y son parasitados por los partidos progresistas; la única solución al progresismo se denomina transversalidad, un movimiento que dista tanto del progresismo del PSOE como del conservadurismo del PP, en realidad dista de todas las opciones exclusivamente políticas.

El transversalismo, es precisamente una nueva dialéctica entre los ciudadanos y sus representantes políticos concebido sobre un diálogo permanente y no sobre la delegación de soberanía de los ciudadanos en los políticos. El control del poder debe permanecer en los ciudadanos, y no permanecer enquistado en el seno de los partidos políticos. Vamos directamente hacia un nuevo contrato social, en el que ciudadanos y políticos volverán a ser iguales, se erradicará la corrupción política, y las decisiones importantes serán asumidas por todos de forma directa, no representadas exclusivamente por los políticos.

El sufragio universal, al igual que la representación política, serán superados por la democracia participativa. Las necesidades de los ciudadanos no serán determinadas más que por ellos mismos, y en la política no tendrán cabida más que los mejores, los más capaces, los que demuestren sus cualidades para administrar los recursos.

Ese es el examen que viene para los ciudadanos y los políticos, los ciudadanos estamos preparados para superarlo, pero en España hay muy pocos políticos que se salvarán de la quema, acantonándose en el poder, mintiendo, dilapidando los recursos de todos, y actuando como auténticos señores feudales cuando en realidad son reos de servidumbre a las decisiones soberanas de los ciudadanos.

Los políticos "progresistas" y conservadores no saben que la maquinaria del poder se ha puesto en marcha, y en esta ocasión, al contrario que en las precedentes, ellos son la única representación del absolutismo a erradicar. Los ciudadanos no solo tenemos derecho al voto, también tenemos derecho al veto, y la libertad de ejercerlo.


Biante de Priena

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