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domingo, 4 de octubre de 2009

Porque también tengo hijos

Con nuestra generación no podrán, aunque lo intenten, la nuestra es una cohorte de cambio, con auténtica capacidad demostrada para transformar la realidad política y social. La inmensa mayoría de los que éramos adolescentes en los funerales del franquismo hemos crecido al albur de la democracia mal entendida, la intoxicación comercial del mercado de valores y los nuevos proselitismos , la observación no participante de la libertad de expresión, la visión utópica de la justicia, y una tolerancia prácticamente ilimitada con la pluralidad realmente existente. La España actual es un producto modelado por nuestra generación.

Hay mucha generosidad en los que cada día protestan contra lo que está ocurriendo, una auténtica revolución contra los más mediocres de nuestra sociedad que intentan seguir cada día con la proeza de convertir a nuestra sociedad en un instrumento cautivo de sus intereses, exclusivamente al servicio de sus beneficios personales y construida a la medida de sus instintos y deseos particulares, de sus sueños infantiles, de su inanidad y estupidez.


No acabo de comprender, disculpen los cegados la diatriba, como la justicia no escrita de este país puede permitir que el Ministerio de Fomento sea ocupado por un analfabeto técnico, que a duras penas concluyó sus estudios de bachiller, mientras los celadores y conserjes de su feudo son licenciados y doctores en ingeniería, que se han enrolado de grumetes en la nave de hacer autopistas con la esperanza de ascender el futuro; cosa que no lograrán, por qué los únicos que escalan son los que se designan y consienten desde arriba, y que este resultado se considere un triunfo de la justicia social. Algo parecido a la Iglesia Católica, de la que tanto han aprendido los nuevos salvadores, pero en esta institución por lo menos no lo ocultan.

No acabo de comprender como una telefonista sindicada que ascendió en su vida por lugares inconfesables hasta alcanzar el áureo destierro europeo que le concedió su partido, por qué la dirección estaba harta de sus manipulaciones, en compañía de un esteta social, que imposta discursos que no proceden de su interior aunque piensa de sí mismo que es la representación más acabada de la especie, se hayan adueñado de un partido que se promueve como la esperanza de este país y lo estén haciendo a la imagen y semejanza de sus delirios y frustraciones, expulsando del mismo a todos los que tienen algo que decir y saben que tienen algo que hacer.

No acabo de comprender como en los nacionalismos descollan sujetos que no resaltarían en ningún otro lugar social por xenófobos, apelando a la defensa de una mitología y a sus creyentes, para transformar algunas comunidades españolas en auténticos feudos talibán en los que los procederes por designación estamental y el reconocimiento étnico-lingüístico, sean la única posibilidad que se ofrece a los jóvenes de lograr una supervivencia en el futuro, y en su defecto, la esclavitud.

No acabo de comprender como un oscuro registrador catastral definitivamente castrado puede representar la oposición a esta realidad, acompañado de unos aplaudidores profesionales que prefieren seguir ovacionando la estupidez, con tal de no abrir el melón sucesorio, mientras España se va a la mierda. Alguien que no sabe decidir si tiene que apartar de la política a los que se han aprovechado de ella en su propio beneficio personal, alguien sin autoridad, ni legitimación, para representar todas las frustraciones y furias contenidas de este país, para que no se diga de su persona que no tiene buen talante y comprende perfectamente lo que es el pensamiento políticamente correcto, no vaya a ser que le organicen a su partido otro cordón sanitario las mulas del régimen. Un creyente acomodaticio que espera a que el naufragio del rival le ahorre el trabajo que tendría que acometer sin más demora, sin más dilación, sin más oportunismo contextual.

No acabo de comprender como los trabajadores de este país, que los hay, no hacen la revolución horizontal tan necesaria contra los sindicalistas que les representan y que han permitido que vayamos hacia los cinco millones de parados con este Gobierno, para que ellos sigan dirigiendo el cotarro, al tiempo que fumigan con proclamas de “se hace lo que se puede” a sus dirigidos.

No acabo de comprender como la mayoría de los medios de comunicación de este país están mucho más preocupados de qué el Gobierno les conceda un pedazo de la tarta económica, que por defender la verdad y denunciar lo que está ocurriendo.

No lo acabo de comprender, no lo comprendo, por qué yo también tengo hijos y no quiero que vivan en la cárcel mezquina que les están construyendo los políticos en España, por eso denuncio ante mis compatriotas públicamente lo que está ocurriendo, con la esperanza de que despierten de la prolongada siesta que se están echando tras haberse comido el futuro en una pantagruélica escena final de renuncia a su soberanía.

Todo este elenco de miserables solo puede ofrecernos miseria, si nuestra generación fue la que permitió que ocurriera este despropósito, nuestra generación tiene la responsabilidad de erradicarla del escenario y hacerlo ya, antes de que el desastre sea aún mayor. Hemos permitido que se eleven a las más altas jerarquías de nuestra sociedad a una legión de advenedizos, aprovechados y sinvergüenzas. La democracia no consiste en no hacer nada tras las elecciones por qué el pueblo se ha expresado libremente, eso es una tremenda falacia inventada por estos políticos para que les dejemos en paz mientras arruinan el país.

No, queridos compatriotas, la democracia es no permitir la injusticia, la opresión y el privilegio inmerecido en todo momento, cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, año tras año, sin descanso, sin interrupción. Abandonemos de una vez la masa y seamos nosotros mismos, si en nuestro cansancio de tanto bregar con la vida que nos han impuesto no tenemos ya ninguna motivación personal, hagámoslo por nuestros hijos, ellos no tienen la culpa de nuestro despropósito.

¿Cómo vamos a pedirles a nuestros hijos que crean en nosotros, si nosotros no les mostramos que creemos en nosotros mismos?. Nuestros hijos son como los suyos, pero no lo serán en el futuro, por qué ellos pondrán delante a los suyos, por mucho que los nuestros se esfuercen, no tienen nada que hacer. El futuro de España se escribe con esperanza, sin esperanza estamos perdidos.


Biante de Priena

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