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miércoles, 11 de noviembre de 2009

UPyD: el esplendor de la degeneración democrática

Disculpen el culto monográfico al más de lo mismo de las últimas semanas, pero lo que está ocurriendo en el partido de Rosa Díez requiere, sin duda, la atención de los lectores habituales de este blog. La cosa lleva difícil remedio, posiblemente ustedes hayan leído algo por la prensa, pero parece que los medios de comunicación mantienen una actitud de reserva ante la celebración del primer Congreso de UPyD en los días 20-22 de noviembre de este año, tras dos años de su fundación. Desde este blog hemos hecho un seguimiento especial de los acontecimientos, tras la desastros experiencia que muchos sufrimos en el partido de Albert Rivera

Hoy, precisamente, se ha celebrado una vista judicial, porque once expedientados-expulsados han denunciado a su partido por aplicarles un reglamento que no se aplica a otros militantes, por ejemplo Rosa Díez. Un reglamento precongresual que se ha aprobado por el consejo político del partido que nada tiene que ver con el consejo fundador del mismo, porque por diversos motivos, han desaparecido más del 85 % de los miembros fundadores. Al menos, los consejeros iniciales, tenían la legitimación de la paternidad del proyecto, aunque nadie los había elegido, sino designado desde la cúpula de la dirección. Lo que ha hecho la dirección es ir cubriendo las bajas con nuevos miembros, así, hasta tener un consejo político a la medida de sus intereses, que es precisamente el que ha votado el reglamento precongresual.

Como ustedes sabrán, hay dos candidaturas que se presentan al congreso, una la autoritaria por haber sido hecha por la designación de la dirección que es la que encabeza Rosa Díez, y otra la democrática, encabezada por Valia Merino y en la que se encuentran represantadas la mayoría de las opciones discrepantes. Las limitaciones que se están ejerciendo sobre esta candidatura recuerdan al estalinismo más infame. Pueden ustedes observarlo en la página oficial de UPyD, donde ni se menciona la existencia de una candidatura alternativa. Así que de igualdad de condiciones (isogoria) nada de nada, como tampoco igualdad ante el reglamento (isonomia). ¿Cómo va a a ser posible una elección democrática sin igualdad, ni libertad, ni respeto a las mismas reglas para los contendientes?

Entre otras cosas, por las que las condiciones no permiten el mínimo ejercicio de la democracia, está la del censo de los militantes al que todavía no se ha permitido el acceso a la candidatura alternativa, hechos que se han denunciado ante la Comisión Electoral -¡de la que forman parte tres miembros de la candidatura oficial!-, y que ha respondido dando largas al asunto a la reclamación de la candidatura de Valia Merino. No hay ninguna voluntad de ofrecer garantías democráticas a la participación de la candidatura alternativa.

Y no es cuestión baladí, porque no se tiene ninguna oportunidad de verificar si se trata de un censo inflado o con miembros fantasma –que se han dado de baja pero siguen estando en él- o con personas que se han incorporado de cara al congreso de UPyD, entre los familiares y amigos de los oficialistas.

Pero quizás lo peor sea lo del voto electrónico que se ha previsto para que todos los militantes del partido puedan ejercer su derecho de elección. El voto electrónico ha sido rechazado por la Unión Europea por no cumplir garantías democráticas suficientes, en internet hay numerosas páginas que se ocupan de denunciar los diversos “errores y “apaños” que se han detectado desde Venezuela a Florida, así como en otros lugares del planeta en los que se ha utilizado.

El congreso será impugnado con absoluta certeza, porque entre los participantes en el mismo no hay, ni habrá, el grado necesario de confianza para que se pueda celebrar democráticamente. Esta actitud irreflexiva por parte del actual Consejo de Dirección del partido, que lo único que pretende es perpetuar su cúpula vigente, tendrá graves consecuencias para su evolución en el futuro. Un error extremo, porque no se saldrán con la suya, las condiciones en las que se celebrará el congreso de UPyD en nada recuerdan a la democracia más que en su envoltorio, están organizadas para ganar o ganar, por parte de la cúpula dirigente. Aquí ya no se alcanza ni el rango de congreso búlgaro, esto es un congreso albano, en el que ni siquiera es necesario acudir a votar, porque ya se sabe el resultado de antemano, porque se establecerá el resultado antes incluso de que se celebre el congreso -al menos entra dentro de lo posible-, lo que reamente parece imposible en un país democrático en pleno siglo XXI.

Si en este país queda justicia independiente de la política, algo difícil de encontrar, porque si se cuestionaran las formas de UPyD se abriría el dique que impide juzgarlas en otros partido y las fiscalías están más al servicio del Gobierno del Estadio que del Estado de Derecho, el congreso terminará siendo impugnado y el estallido mediático será irreversible.

Así que los militantes de UPyD se conforman con su pertenencia a una secta totalitaria y ratifican con su voto el fiasco, o reclaman el cumplimiento de las mínimas reglas democráticas en el partido por la vía legal, que será la única que les quede, y los electores nunca más volverán a confiar en el partido de Rosa Díez. ¿Quién ha sido tan estúpido para llevar a este abismo al partido magenta, que debe elegir no democracia con Rosa Díez o democracia sin partido?

Anunciaban que este partido pretendía la regeneración de la democracia para los ciudadanos de este país, y es en el que la degeneración de la democracia se puede observar en su máximo esplendor. La política en España, como indicaba Albert Boadella en fechas recientes -alguien que apoyó a Ciutadans y a UPyD en su día, no creo que hoy lo haga-, ha alcanzado el máximo grado de corrupción posible en un país que se reconoce civilizado. Los políticos españoles, y en particular los dirigentes del partido de Rosa Díez, son unos demagogos sin paliativos hasta que se demuestre lo contrario, y no hay muchas posibilidades de que así ocurra.

Ustedes son los que votan, no beban si conducen.

Enrique Suárez Retuerta

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