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martes, 18 de enero de 2011

Procusto asesora a Mariano Rajoy

La nave de los locos - El Bosco

"Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa"
Montesquieu

Con lo sencillo que hubiera sido hace dos semanas no equivocarse, que el Comité Electoral Nacional del PP formado por nueve miembros, en el que tres, siguiendo las instrucciones de Rajoy-de Lorenzo-Cospedal (y algunos jóvenes castores) decidieron apoyar a una candidata de porvenir, mientras uno apoyó a Cascos, tres se abstuvieron y dos no acudieron (y eso que las instrucciones expresas eran claras a favor de la candidata de futuro y la obligación de votar por ella “por el partido”).

Dos semanas tan solo han pasado de aquella fecha y ya hemos visto al sr. Álvarez Cascos en la mayoría de las cadenas de televisión con contenido político de la TDT, en numerosos programas de radio, en la prensa nacional y regional y en cuatro concejos de los 78 que tiene Asturias. Menudo cirio pascual y algunos se pensaban que la llama se extinguiría de inmediato. Alguien dijo que los errores en política se pagan, pero siempre que hay afrentas, desdenes e infamias por el medio, injusticias, incompetencias, negligencia e insidia, mucho más.

Relataba magistralmente Robert Payne en una biografía sobre Mao Tse Tung que la Revolución China hubiera fracasado, si a algún aspirante a tirano no se le hubiera ocurrido asesinar a la mujer y los hijos del líder chino, posiblemente tenga razón. Ya lo decía Calderón de la Barca en “La vida es sueño”: al rey, la hacienda y la vida se ha de dar/ pero el honor, es patrimonio del alma/ y el alma sólo es de Dios. Lo que está ocurriendo era previsible para cualquier aprendiz de político no muy avezado, porque alguien con una trayectoria de lealtad plena a su partido, con esa “areté” de la que carecen la inmensa mayoría de los políticos españoles, no puede asumir que le ningunéen, por respeto a sí mismo y por respeto a su obra, es decir, a su partido. Cascos siempre se considerará responsable de lo que está ocurriendo en el PP, con la misma ternura que un padre descubre que su hijo se ha desviado del camino correcto, pero también con la misma inflexibilidad de quien sabe que si uno no es leal a sí mismo, es imposible que pueda ser leal a los demás. Si Cascos aceptara lo ocurrido se traicionaría a sí mismo y por tanto, también a su idea de lo que debe ser un partido político al que ha entregado 34 años de su vida, como para morir políticamente en el lecho de Procusto porque a alguien le convenga.

Desde el PP se insiste en el muy querido finado político por sentencia inmisericorde, contra sentido y razón, tratando de aminorar las consecuencias de la amputación, porque Cascos no se ha ido sin más, pues se ha llevado consigo buena parte de la credibilidad y confianza que los españoles deben depositar en Mariano Rajoy y su equipo en las próximas elecciones de mayo, en las que por cierto las encuestas conceden al PP la victoria más abultada de su historia, sin haber hecho nada más que esperar a ver como el cadaver político de Zapatero pasa por delante de su puerta a hombros de la crisis, el paro, la deuda y el déficit, y con un cortejo numeroso de plañideras y plañideros.

Pero también Mariano Rajoy, a pesar de ser gallego y vecino, se ha equivocado con los asturianos, no sólo porque no se haya enterado de lo que ha ocurrido (porque si se ha enterado y ha actuado como lo ha hecho todavía es peor), sino porque en esta tierra milenaria no hay nada mejor que imponer desde el poder una injusticia, para que desde todos los pueblos y aldeas se clame restitución. Sigo diciendo que no lo entienden más allá de Pajares, porque en Asturias todo es posible ante una infamia, y en esta ocasión no sólo a Cascos, sino especialmente a Asturias, por impedir desde el poder lo que se reclama desde el pueblo y la libertad. La Asturias política, fumigada en la dependencia y la resignación por el PSOE y el PP durante décadas, nada tiene que ver con la Asturias real que abjura de los políticos y sabe perfectamente lo que ha ocurrido en la política asturiana, esa Asturias rebelde es la que está con Cascos, más allá de las ideologías.

En su día lo dijimos en este blog, no nos hicieron caso: Cascos es el talón de Aquiles del PP, que puede causar una hemorragia incoercible al PP experimental de Mariano Rajoy, que poco tiene que ver con el PP de la eficacia de José María Aznar, del que Cascos fue columna vertebral.

A Francisco Álvarez Cascos cada día se le ve más tranquilo y seguro, brilla por sí mismo; mientras que en su partido hay de todo, desde los que lloran su ausencia hasta los que tratan de reducir su reacción, como Gallardón o Cospedal; hasta los que guardan, por imperativo electoral, un silencio que retumba. Sin embargo, Mariano Rajoy se oscurece y desvanece, como los actores bajo los focos que llegada la ocasión farfullan y no saben que decir; sin duda ha cometido un grave error, después de tantos otros, seguirá cometiéndolos, hasta que no explique que razones le han impulsado a vulnerar los estatutos de su partido aceptando calamar como soldado, sin haberse realizado una propuesta legítima, ya que los órganos del partido en Asturias no se han reunido, incumpliendo los estatutos; por tanto, ha mentido, porque ofreció una solución estaturaria y ha incumplido su palabra; pero también porque razón ha actuado con insidia al posponer la decisión del rechazo a Cascos durante seis meses de desdén y anuencia, que suenan a cautela, cobardía, rencor y venganza. ¿Estas son virtudes compatibles y deseable para el próximo Presidente de Gobierno de España, tras la égida inolvidable de Rodríguez Zapatero?.

Mientras tanto, Francisco Álvarez Cascos se da baños de multitudes por su tierra asturiana, donde cada día son más numerosos y apasionados los apoyos que recibe, al tiempo que se descubre a sí mismo como un candidato liberado de la responsabilidad de unas siglas, al que le gusta mezclarse con la gente, porque tiene los deberes hechos y sabe perfectamente cual es su papél; porque él ha escrito el guión, diseñado el escenario, está en su casa y entre los suyos que le quieren. Cascos sigue siendo leal a los principios, valores, creencias e ideología del PP, es el PP el que ha evolucionado hacia no se sabe que experimento de diseño electoral, en el que tiene más importancia el envoltorio embaucador que el contenido real. A Cascos le han querido dar gato por liebre y no ha tragado, porque su ambición trasciende lo personal, no como la de otros. Así, la primera decisión importante, de la prolongada campaña electoral que se avecina, ha sido una solemne metedura de pata de los que deciden en el PP, todo posiblemente, para satisfacer algún ego o algunos egos acomplejados y timoratos, incoherentes y vácuos.

El tiempo es juez inapelable, que al igual que dictará sentencia y condena sobre las andanzas iluminadas de Zapatero, no se olvidará de recordarle a Mariano Rajoy algún día, que no se puede vencer sin convencer, por mucho que le ensalcen en las encuestas ilusorias. En este país, las elecciones siempre han dado el triunfo a los que las trabajan, otra cosa no harán los socialistas, pero movilizarse en elecciones lo bordan; aunque también hay que reconocer que no están acostumbrados a seguir un ritmo frenético como el que impone Francisco Álvarez Cascos.

¡Que lujo para Asturias tener de próximo presidente al más fiel discípulo de Fraga y el más leal compañero de José María Aznar, aunque no sea por el PP!

Enrique Suárez


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