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miércoles, 11 de enero de 2012

Homo Cassus



Hombre de Vitruvio - Leonardo da Vinci

"El hombre es la medida de todas las cosas, tanto de las que son, como de las que no son" Protágoras de Abdera


¿Qué está ocurriendo en nuestra avanzada sociedad Occidental del siglo XXI?, es una pregunta que muchos se hacen en la intimidad pero también sobre la que, cada día, se debate con más frecuencia.

No es mi intención dar una respuesta completa a esta pregunta, algo que excede mis pretensiones, sino ofrecer algunas ideas sobre lo que está ocurriendo, manifestando mi opinión al respecto. Pienso que en las sociedades avanzadas (en las no avanzadas esto es una costumbre) el ser humano está siendo despojado de su esencia, de su libertad, de su pensamiento, de sus emociones, de su identidad y de su propio significado, con la intención de promover un homo cassus (“hombre vaciado”), más apto para el consumo de todo aquello que se le quiera imponer, hasta su expolio.

Las vidas de los seres humanos son los terrenos de cultivo en los que el poder, en todas sus formas, siembra su voluntad e intención, desde que nacemos hasta que nos morimos. Nos hemos convertido en huertos para otros, paulatinamente, de forma desapercibida.

Sin duda estas cosas han ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, el ejemplo son todas las formas de totalitarismo de las que todavía hay suficientes caso en este mundo, pero la diferencia con la devaluación humana de los regímenes totalitarios, es que al menos unos pocos (la disidencia), tomaban conciencia de lo que estaba ocurriendo y se rebelaban. Hoy, sin embargo, la gente acepta su destino con la misma resignación que los esclavos de Roma asumían su libertad perdida.

El siguiente paso que se avecina será la clasificación (o indexación) de los seres humanos por categorías, posiblemente algo más sofisticadas que las ofrecidas por Aldoux Huxley en su distopía “Un Mundo Feliz”, eso permitirá que el poder, en todas sus formas, nos pueda hacer el ataúd vital a la medida de sus intereses y necesidades.

Los principales enemigos de la humanidad en estos momentos son los poderes políticos y económicos, apoyados por los poderes cultural, científico y tecnológico. Los poderes políticos han conformado un nuevo Leviathan (Estado) que vive de las esperanzas baldías de sus súbditos convertidos en anónima sociedad. Los poderes económicos, han convertido la mano invisible de Adam Smith en una zarpa que cada día nos malhiere con sus agresiones ininterrumpidas. La cultura, la ciencia y la tecnología son instrumentales a sus propósitos, la reunión de todos los poderes forman, en su conjunto, la nueva religión de nuestros días.

Nosotros quedamos convertidos en usuarios, consumidores, contribuyentes, clientes, votantes, espectadores, y en definitiva, en súbditos de las necesidades de nuestra propia obra, porque el Estado y el mercado es una creación humana, que ha sido secuestrada por el poder en todas sus formas para implantar su orden. Vivir en este sistema nos ofrece seguridad, a cambio de entregar nuestra libertad a sus necesidades. Del hombre solo interesa al poder su cosificación, su materialización, su utilidad a sus propósitos, a eso lo denomina objetividad.

Una de las estrategias del sistema para defenderse de cualquier agresión ha sido convertir la democracia y la opinión pública en hechos cuantitativos, en los que prevalecen siempre las evaluaciones de la mayoría (y sus manipulaciones), es decir, de la sociedad de masas, a las opiniones y criterios individuales. Así que si nueve equivocados promueven una decisión errónea y un acertado manifiesta su opinión en contra, sencillamente se vota y prevalece lo cuantitativo y falaz, sobre lo cualitativo y veraz. De eso se encargan los que tienen interés en que las cosas sigan igual.

Otra estrategia es la de impedir que se pueda visibilizar cualquier alternativa a lo existente, fundamentalmente gracias a la distracción impuesta a la sociedad de masas, pero ofrecida como un logro, un auténtico avance para la humanidad. Así hoy que disponemos de más canales de televisión, más periódicos y más emisoras de radio, es precisamente cuando menos se ve la televisión, menos se leen los diarios, y menos se escuchan las emisoras de radio. Tal es el grado de intoxicación que el incremento de la oferta ha producido una disminución de la demanda.

Hay otros muchos elementos que influyen negativamente en la evolución humana para lograr zafarse de todas sus parasitaciones, como son la selección negativa de los representantes políticos designados por las cúpulas partidarias y confirmadas por una sociedad de masas irresponsable; la manipulación de la información a que nos someten los medios de comunicación de masas creando la ilusión de que solo existe lo que sale en los periódicos; la ausencia de una intelectualidad beligerante con la molicie a que somos sometidos los ciudadanos, siempre connivente con el pensamiento cautivo y el adoctrinamiento en lo existente como lo único posible.

La obra concluye con un ser humano despojado o vaciado (“homo cassus”) que ha dejado de pensar, de sentir y de hacer algo diferente a lo que le han asignado, que se ha olvidado de su esencia, que ha perdido su conciencia, esperando que algún poder le conceda identidad y significado, lo que le ofrecerá un mundo de seguridad artificiosa que no proviene de su propia libertad, sino de su pérdida. Un ser humano abonado con miedo e incertidumbre, cada día más vulnerable a las falsas promesas y a la creencia de que su participación, con fe y esfuerzo, y su colaboración en el buen funcionamiento del sistema, acabará librándole de la esclavitud a que le someten los que han secuestrado su voluntad, esperanzas y sueños. Sólo la confianza en nosotros os devolverá la libertad, repiten sin descanso los que se la han arrebatado.

Nunca fuimos tan libres para elegir ser esclavos del poder en todas sus formas. Más que un nuevo orden mundial, lo que necesitamos es un nuevo orden mental y una voluntad plena de libertad para romper la jaula en la que tratan de introducirnos, sino vamos a perder todo lo que se ha conquistado a lo largo de la historia de la humanidad, en no demasiado tiempo. Es hora de hacer una revolución en nuestras conciencias para cambiar de paradigma, no es en la calle donde se conquista la libertad, sino rompiendo las cárceles mentales en las que van pasando nuestras vidas sin hacer nada para cambiar realmente lo que nos oprime y expolia, desde la más insana y contumaz tiranía: la de los hechos sobrevenidos de una entidad anónima e intangible.

Enrique Suárez

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