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jueves, 24 de mayo de 2012

Milagro Político en Asturias


El mundo que conocemos se hunde, lánguidamente, como la ciudad de Venecia, sin embargo, todavía hay esperanza, porque siempre nos quedarán los milagros, como el acontecido en la política asturiana durante la última semana. Una pincelada de armonía y serenidad en lo que hasta ahora era algo parecido al infierno de Dante, según nos contaban algunas voces interesadas, todos los días.

En tan solo siete días, la comunidad autónoma con más problemas políticos del país, ha dejado de tenerlos, ¡como lo oyen!. Ni siquiera una diminuta señal en La Nueva España, se puede decir que el caos político existente en el Principado durante el último año, ya no existe. Parece que todos los problemas de Asturias se habían producido porque un partido, que alcanzó la mayoría parlamentaria hace un año, ya no sigue en el Gobierno, sin haberle permitido sus adversarios desarrollar su programa, ni sus presupuestos, ni sus propuestas políticas, y al final ha abandonado el poder (como tantas veces nos aconsejaron aviesamente los periodistas que escriben en el diario más independiente de Asturias, porque depende exclusivamente de sus intereses económicos, fiscalizados en Cataluña).

Ahora, Asturias, lo único que tiene son problemas económicos, ya no tiene ningún problema político, aunque el recién nombrado Presidente, Javier Fernández, no haya podido formar gobierno, tras el apoyo de legislatura de UPyD y el de investidura de IU, porque la coalición comunista tiene que realizar las preceptivas asambleas para saber si sus afiliados aprueban o no, su entrada en el nuevo gobierno, algo que ocurrirá hoy mismo, si la huelga de mineros no lo impide, pero esto es una fruslería, comparado con los graves problemas políticos existentes hasta ahora, según La Nueva España, diario del poder, independiente de la información y la verdad.

Algunos antropólogos políticos acudirán en próximas fechas para estudiar el fenómeno, porque realmente es inaudito que en tan solo una semana, la comunidad que ha tenido que recurrir a los tribunales para dirimir su configuración parlamentaria definitiva, ya no tenga problemas políticos, y ahora, sólo tenga problemas económicos como todas las demás, insólita normalidad política que asombra a los asturianos, que hoy se preguntan si realmente el problema era el Gobierno de Francisco Álvarez Cascos o la agresión violenta, sin cuartel, que Foro ha recibido de todos los poderes reaccionarios de Asturias, porque el partido que ha gobernado Asturias durante el último año, tenía vocación clara de despojar a tirios y troyanos de sus privilegios, incluidos los recursos públicos que siempre concluían en La Nueva España.

Todos los que llevan 30 años viviendo del momio están felices con el regreso a la normalidad, es decir, a la inercia; ¿a quién se le ocurre tratar de cambiar el magnífico pesebre público que ha dado de comer a tanta gente durante tres décadas, llevando Asturias a la situación más ruinosa de todas las comunidades españolas? ¿Cómo se le ocurre a alguien, aunque sea Cascos, tratar de incrementar la natalidad más baja de España, de reducir la mortalidad más alta de España, de pagar las cuentas, de aumentar la tasa de actividad laboral y de evitar que se hayan producido los duernos habituales de desviación de recursos públicos a que tan acostumbrados estamos los asturianos?

Creo que tienen razón, ahora han desaparecido todos los problemas políticos para los que viven de contarnos cuentos mientras se aseguran el porvenir, los privilegios y los beneficios, y ahora, comienzan de nuevo los problemas políticos clásicos para los asturianos (la corrupción, el enchufismo, el despilfarro, eso sí, siempre con un claro interés social en defensa del Estado del Bienestar de los que hacen las propuestas), y por supuesto, también los económicos.

La cosa está clara, o tienen problemas los que mandan, o tienen problemas los que pagan a los que mandan (como no anden atentos), así que mientras manden los que nos dictan lo que debemos pensar, seguiremos con graves problemas en Asturias, políticos y económicos, aunque ahora los problemas políticos se vuelvan a ocultar como toda la vida, hasta que los descubramos en los tribunales, nadie habrá visto nada.

Es lo que tiene acostumbrarse a vivir sin libertad, en la instrucción democrática y la demagogia. A ver cuando las gentes de esta tierra se atreven a distinguir entre la opinión pública y la opinión publicada por aquellos que tienen un claro interés en adoctrinarles desde algún medio de comunicación.

Enrique Suárez

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