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martes, 25 de junio de 2013

El señor Wert se ha equivocado



La escasez de recursos económicos no debe ser una traba para que alguien que realmente quiera estudiar una carrera pueda hacerlo en nuestro país en pleno siglo XXI. 

Sin embargo, no creo que ese sea el problema de base al que nos enfrentamos, la cuestión es otra, ¿qué se hace con aquellos que reciben becas, hasta que agotan la posibilidad de recibirlas y después abandonan los estudios?

Me parece que el que algo quiere, debe luchar por ello, porque en esta vida no se regala nada. Por tanto estoy de acuerdo que se concedan becas a todo el mundo, no sólo a los que no tengan recursos (algunos los tienen y deben soportar tiranías familiares que no soportan los que reciben ayudas del Estado), pero que no sean a fondo perdido, sino como créditos del Estado que los estudiantes deberán devolver a lo largo de su vida, tanto si acaban sus estudios como si no los acaban.

Sería una magnífica forma de evitar el parasitismo social tan extendido en nuestro país y al mismo tiempo brindar oportunidades a todos aquellos que las necesiten y las requieran.
Eso iguala las condiciones de partida y de llegada para los estudiantes de este país,  me parece una forma más justa de redistribución de recursos públicos que la de segregar a los estudiantes por sus opciones de partida.

En diez años se comenzaría a recobrar lo invertido por el Estado, y ese fondo serviría para que las siguientes generaciones pudieran seguir formándose con un sistema que concede a los estudiantes la decisión y responsabilidad sobre su futuro, abandonando la dependencia del Estado Providencia.

Sin embargo, este sistema alejaría de las formaciones políticas las decisiones sobre la educación de las próximas generaciones y convertiría al Estado simplemente en un intermediario económico, nos ahorraría dinero público pues en diez años sería un sistema autoregenerador y suficiente, similar al de las pensiones, pero reduciría el poder de intervención de los políticos en la educación, algo a lo que formaciones doctrinarias como las que existen en este país se opondrían con seguridad.

Enrique Suárez

domingo, 23 de junio de 2013

Paseo por Sunset Boulevard de la casta política española



La casta política española continúa su “cruzada por la farsa” inasequible al desaliento. Sin reconocer su responsabilidad en lo acontecido en este país, sus miembros están convencidos de que la única forma que tienen de proseguir viviendo de lo ajeno, es convencer a los españoles de que son la solución, cuando ya quedan pocos ciudadanos en este país que no los consideren el principal problema a erradicar, para resolver la crisis general, política, económica e institucional, en que nos encontramos.

La patulea de la casta, recuerda en su representación pública a Norma Desmond descendiendo por las escaleras de su mansión en Sunset Boulevard, sin darse cuenta de que sus últimos días de gloria habían concluido. Posiblemente los últimos flashes de algunos de los más renombrados miembros de la casta se produzcan a la entrada de los tribunales y las cárceles en los próximos meses.

La cochambrosa casta que rige el destino de este país no se ha dado cuenta todavía de que está descontada y descartada para siempre, porque ni pidiendo perdón y excusas por el latrocinio y la corrupción que han cometido sus miembros recobrarían ni una décima parte de la confianza que han detentado, tras haber realizado sus crímenes mafiosos contra los intereses generales, a costa del manejo de los recursos públicos en su propio interés, beneficio y privilegio.

Ni los “sacrificios políticos” que propone Soraya, ni  las advertencias y amenazas de Rubalcaba, ni la “lucha a muerte” que propone López Aguilar para recobrar el poder desde el socialismo conmueven a nadie en este país, ni las promesas de pronta recuperación de Mariano Rajoy le dicen nada a los españoles.

El adoctrinamiento resulta imposible en un país que se muere de miserias públicas. Esta casta se ha quedado pasada de moda, forman parte del pasado y pronto formarán parte del olvido. No se han enterado de que el fraude que han cometido se los ha tragado y la farsa que han representado se queda en esperpento y parodia de un mundo que ya nunca volverá a sonreirles, afortunadamente. Están acabados.




Enrique Suárez

viernes, 21 de junio de 2013

Yo te nombro Libertad


Todo era mentira



Parece que nos aproximamos al final de la pesadilla que hemos vivido en España desde que aquel muchacho con buenas intenciones se fue a residir a La Moncloa, después de aliarse con los supuestos talibanes (o terroristas sin causa) tras el atentado del 11-M, contra el Gobierno de Aznar y más de la mitad de los españoles, que dejó 192 muertos en las cercanías de Madrid. Todo fue juzgado por la justicia que no mete en la cárcel a Urdangarín, Bono, Blanco, Bárcenas (y los "sobreros"), Matas, los jefes de los sindicatos de los EREs, Griñán, los consejos de administración de las Cajas de Ahorros, y excarcela a Blesa, los chicos de ETA, y no recobra un céntimo de lo esquilmado: la justicia sectaria de la casta al servicio del poder. 


Pero ahora que se acaba la pesadilla de lo ocurrido, comienza la pesadilla de lo que está por venir. Nos había advertido Jean François Revel en El conocimiento inútil y también El Roto en alguna de sus magníficas viñetas: todo era una farsa, con la intención de ocultar la depredación a que seríamos sometidos los españoles desde el poder.


No, no había intención de proteger a las mujeres con la Ley de Violencia de Género, simplemente era una propuesta que desviaría miles de millones de euros para repartir entre las compañeras del partido de todas las izquierdas. Tampoco había una voluntad de promover el trabajo en Andalucía, sino una coartada para extraer beneficios a costa de los parados por parte de los partidos de la izquierda y los sindicatos, y alcanzar la cota de paro, miseria y hambre más elevada de Europa tras 35 años de gobierno socialista. Al igual que la Ley de Memoria Histórica, otra forma de fascismo emocional para colocar a unos cuantos que vivían de de defender el asunto, lo mismo que en la Alianza de Civilizaciones. No se engañen, la sanidad pública y la educación pública son pesebres para colocar a la casta socialista de todos los partidos. Y la justicia, pobre justicia, una forma de blindar a la casta colocando fiscales y jueces al servicio del poder. De los medios de comunicación vendidos a todos los poderes mejor no hablar, ni perder el tiempo, sicarios de la información a sueldo.


No importaban las buenas intenciones en los ecoteologistas que abolieron los toros, sino la promoción de la independencia de Cataluña para ocultar los crímenes cometidos en aquella hermosa tierra, por todos los partidos durante todo el tiempo desde hace décadas. Al igual que en Euskadi, se abolió ETA a costa de cargarse la dignidad de las víctimas, con la participación de todos los partidos. Se premia a los asesinos y sus defensores con cargos representativos, que es lo mismo que haberles dado a los nazis la medalla al mérito civil después de lo de Auschwitz.

Lo público, lo social, es ese gran pesebre del que viven los que se rasgan las vestiduras mientras reciben su sueldo todos los meses, no se puede entender que el único sector en el que no ha dejado de crecer el empleo desde 2004, sea el sector público en un 25 % (más de 600.000 nuevos empleados), mientras el paro general se incrementaba en un 27 % (más de 3,5 millones de nuevos desempleados), sin comprender que ha sido el lugar para colocar a todos los familiares y amigos de los que han detentado el poder. No había ningún proyecto de crear una banca pública al servicio del pueblo con las Cajas de Ahorros, sino la voluntad de esquilmar de fondos públicos a estas entidades para repartírselo entre todas las sectas que conforman la Casta.



No se engañen, el PP de Mariano Rajoy nunca ha defendido España ni a los españoles, defiende sus pesebres a cualquier precio y sus negocios, igual que el PSOE, la casta es una y no cincuenta y una, ni diecisiete. El único hecho diferencial en este país es que hay un 1 % de depredadores con poder y gestión de recursos públicos y un 99 % de esquilmados. No es cierto que haya austeridad, ni que las medidas del gobierno de Mariano Rajoy vayan a resolver nada, porque han respetado todos los engranajes del monstruo Estado, de las administraciones públicas que sólo puede vivir con la muerte de nuestro bienestar. No es verdad que el PP vaya a perseguir la corrupción, porque el PP es sinónimo de corrupción igual que los demás partidos. Mariano Rajoy es un farsante, igual que todos los miembros de su gobierno.

Lo del 15-M fue un montaje de policías buenos y malos para jugar al gato y al ratón con la opinión pública, perfectamente representado por los socialistas de todos los partidos, de la izquierda y de la derecha, al servicio del poder. Las protestas organizadas y rápidamente sofocadas con la participación de IU, los sindicatos y otros afianzados en la representación de la protesta de la calle, como las plataformas de desahuciados.


Todo es una farsa, una representación teatral, comedia para la casta y drama para todos los demás. Mientras los de arriba se ríen de su ingenio, los de abajo lloramos por nuestra estupidez.


A los españoles se nos está cayendo la venda de los ojos, ahora que lo único que podemos contemplar es la catástrofe que nos han dejado, con una generación joven con un millón de licenciados en paro que forman parte del 56 % de parados jóvenes (tasa de paro más elevada de Europa), que van a tener que pagar más de un billón de euros de deuda que han creado entre Zapatero y Rajoy en los últimos ocho años, las pensiones y encima vivir con lo que les quede. Y dice Mariano, que ahora se alía con Rubalcaba, para finiquitar el engaño que este país tiene solución. 


¿Cómo va a tener solución si el problema son ellos, los tarugos depredadores de la casta que han acabado con la confianza de los españoles en cualquier forma de representación pública?  Hay que ser imbéciles, no sólo se cargaron el país, sino todos los recursos para levantarlo, los materiales y los humanos, condenándonos al regreso en décadas, exclusivamente por su codicia y su estupidez.

Aquí hay un español que reclama justicia y restitución, que quiere vivir en una democracia en libertad y para ello está dispuesto a enfrentarse al poder, solo, o en compañía de otros, hasta acabar con tanta mezquindad. Me parece vomitivo dejarles esta mierda de país y a estos mierdas de la casta en el poder a nuestros hijos. Esto lo vamos a resolver entre los que todavía conservamos el sentido común, y somos muchos más de los que se dejan ver. Es hora de dejar el miedo atrás, lo peor es lo que tenemos ahora mismo: el miedo a continuar como estamos, con la certeza de empeorar si no hacemos nada, es lo que debe motivar nuestro paso a la acción.


Enrique Suárez

jueves, 20 de junio de 2013

Hasta que se demuestre lo contrario



Todos los políticos son corruptos,  hasta que se demuestre lo contrario fuera de los tribunales españoles, porque los tribunales españoles también son corruptos, hasta que no se demuestre lo contrario. Lamentable es la ausencia de legitimidad de la casta política española amparada por la casta judicial colocada por la casta política española para protegerles de sus desmanes.


Todos los periodistas mienten hasta que no se demuestre lo contrario, incluso cuando se demuestre lo contrario es necesario replicar las pruebas porque seguro que alguno se escapa del cedazo. Es triste que en España no se pueda confiar en ningún medio de comunicación, porque todos están contaminados por la política.


Todas las instituciones están corrompidas y en proceso de podredumbre hasta que no se demuestre lo contrario. No hay institución en España que no haya sido tocada por el dedo de la casta y contagiada de sus métodos de terrorismo social. Hasta que no se demuestre lo contrario todo político, sindicalista, juez, fiscal, periodista, funcionario o empleado público, forma parte de la casta. 


Todos los partidos políticos son responsables de lo que ha ocurrido en este país y si tuvieran un ápice de vergüenza ya se habrían disuelto y solicitado el perdón de los ciudadanos por sus crímenes, sus desfalcos y todas sus mezquindades.


Esta es la situación de la España actual, y la única solución para que las cosas cambien es que los funcionarios, jueces, periodistas, políticos, sindicalistas que estén limpios den un paso al frente y se enfrenten a todos los miserables que han hundido este país, arrebatándonos pasado, presente y futuro.


Es hora de que todos los españoles que hayan sido esquilmados por la casta den un paso al frente y comiencen a denunciar cada caso de corrupción, corruptela o desvío que se haya ocasionado en las instituciones españolas. 


No hacerlo supone un grave riesgo para todos, no hacerlo nos conduce a la tiranía, porque se están cerrando las puertas de la fortaleza que va a segregar en este país al 1 % que vive de lo ajeno de todos los demás que les pagamos la fiesta. Es hora de acabar con el caos que se ha organizado en este país, antes de que la violencia se manifieste. Si no lo hacemos ahora, después será demasiado tarde. No se puede permitir en un país europeo del siglo XXI los métodos de la mafia en la cosa pública, que se amparan en un totalitarismo que recuerda a los nazis o a los comunistas soviéticos. 


La casta no es inmune, el día que el pueblo se enfrente a ellos cara a cara, se acabó para siempre. Somos el 99 % y no podemos seguir admitiendo que un 1 % de miserables nos impongan sus dogmas, para mantener sus privilegios mientras nos condenan a los demás a la miseria.


Enrique Suárez


martes, 18 de junio de 2013

El tiempo perdido



Albert Einstein descubrió que el tiempo era una variable relativa (y no una constante) y a partir de entonces cambiaron las ciencias y la vida de las personas de este planeta. Por aquel tiempo, el relativismo era un movimiento filosófico que triunfaba en el pensamiento occidental: la única verdad es que no hay verdad. 
Desde la ciencia y la filosofía se remitió un mismo mensaje, si nada es verdad, todo debe ser mentira. La evolución no se hizo esperar, los farsantes comenzaron su cruzada para apoderarse del planeta, pues si bien nadie puede atribuir a Einstein y los relativistas nada más que un ejercicio de ética, el relativismo ético era la puerta para todos los tipos de inmoralidad.


No es a la única amenaza a la que nos enfrentamos los seres humanos del siglo XXI, hay otros peligros que se ciernen sobre nuestras cabezas: el socialismo de todos los partidos denunciado por Hayek, que convierte a las organizaciones de poder en entidades inhumanas que sólo buscan su propia perpetuación y las de los miembros de su secta; los enemigos de la libertad que brotan por todas partes tratando de recobrar los dogmas totalitarios; la desinformación permanente, fruto de los sicarios de la divulgación de las falacias; la injusticia protagonizada por los magistrados contratados por el poder para enjugar sus pecados; el desprecio de las castas poderosas por la ley; el empobrecimiento organizado que dividirá a la humanidad en opresores y oprimidos; la depredación, en fin, de todo lo que nos hace humanos, para extraernos la productividad en cotas de expolio, por parte de todos los que viven de lo ajeno.


El panorama es desolador, no sólo para España, el país desde el que escribo, sino para el mundo en el que vivimos. Por primera vez se está produciendo una regresión en las condiciones de vida, las próximas generaciones vivirán peor que las anteriores, porque el reparto de la riqueza cada día está en menos manos. Hay una parte de la humanidad que estará condenada a la regresión en décadas o siglos, pero lo más importante es que no será en países remotos, sino en vecindarios próximos.


Hemos perdido el tiempo tratando de averiguar quién ha sido el responsable de lo acontecido, pero olvidándonos de la irresponsabilidad que se ha cometido, porque los intoxicadores que manejan los medios de comunicación y los jueces que mantienen a la casta en el poder se han conjurado para hacernos ver como casos aislados lo que es una corrupción generalizada e inextirpable, un auténtico cáncer social adherido al poder que impedirá que a partir de ahora este país y sus habitantes puedan levantar cabeza para liberarse del yugo que ya nos están imponiendo a todos. Sólo hay que pensar que en este país han desaparecido más de medio billón de euros de origen público y todavía no se sabe ni donde están los decimales.


No hace tanto tiempo que las batallas contra la tiranía se libraban con vidas y sangre, pero el mecanismo de opresión se ha perfeccionado, porque hoy no hace falta matar a nadie, sólo hay que dejarles que se mueran solos, y tampoco es necesario que se vea una gota de sangre en el escenario porque está mal visto tras el proceso de castración a que hemos sido sometidos los habitantes del planeta. Mejor extraerla poco a poco como en una ganadería para vampiros, mientras la gente disfruta de 40 canales de televisión, cientos de emisoras de radio y una conexión al mundo que sólo les sirve para hacer señales de que están vivos en un espacio virtual, mientras  nos vamos muriendo de no vivir en el espacio real. Hemos aceptado que nos muestren el paraíso de la comunicación global e inoperante, mientras nuestras vidas se van acostumbrando al infierno de la escasez de recursos para consumir y de oportunidades para producir. Cada vez somos más esclavos de nuestra propia incoherencia como seres humanos, porque cualquier animal lucha por escapar de las jaulas en las que tratan de introducirlos cuando los capturan, mientras que a los seres humanos del siglo XXI es imposible apartarlos más de una hora de vigilia de una pantalla de ordenador, móvil o televisión.


Tampoco sería necesario el esfuerzo de las castas de poder por recluir a los seres humanos, la mejor forma de encarcelar a alguien para toda la eternidad es convencerle de que lo que le conceden desde arriba le hace libre, ese mecanismo de sometimiento lleva funcionando desde los antiguos egipcios hasta ahora. Quizás algún día en el futuro lejano, las próximas generaciones descubran que todo lo que no te hace libre, te acaba sometiendo a los intereses de los que mandan, que la libertad tanto para cada uno, como para todos, sólo se le puede arrebatar a los que detentan el poder, porque de la ausencia de libertad de sus prójimos es, precisamente, de lo que viven, para poder ser libres ellos nada más.

Enrique Suárez

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