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domingo, 13 de octubre de 2013

La lógica confusa de la política difusa


Han transcurrido varios años desde que en este blog comenzamos a analizar las cosas del poder y la política desde abajo, desde la servidumbre que nos concede la impostura demagógica a la que estamos sometidos por los representantes políticos que han usurpado los últimos vestigios de democracia que existían en nuestro país.

En una agresión sin precedentes al sentido común de los españoles, en un inusual alarde de despotismo, los ciudadanos de este país contemplamos al elenco representativo en un espectáculo bochornoso, sin posibilidad de esconderse ya entre titulares y nuevas noticias, sin poderle echar la culpa a los contrarios de los dislates y las corrupciones que han cometido.

Pocos españoles quedan que no se hayan dado cuenta del embaucamiento a que nos ha sometido, nos somete, y nos someterá, si no lo impedimos, una casta rastrojera que se ha empoderado del poder, contra leyes, constituciones, principios y finales, en una apoteosis de desmesura y oprobio que, sin duda alguna, terminará formando parte de la crónica de latrocinio e impostura occidentales. Medios de comunicación alemanes, británicos y norteamericanos, recientemente se ha ocupado de este tema y no se explican cómo los españoles podemos soportar tan estólida memez a nuestros representantes políticos sin emprender una reacción cívica para darle la puntilla a la farsa y el fraude que cada día cometen con aquellos que les eligieron para representarles bajo el imperio de la Ley, ocasión que han aprovechado para imponer su propia normativa ajena a cualquier principio democrático, legítimo o legal.

No han sido escasas las advertencias que algunos pensadores nos han legado para protegernos de la depravación de los poderosos, desde Lord Acton a Voltaire, desde Pascal a Quevedo, desde Camus a Revel, desde Chomsky a Milosz, desde Tocqueville a Hayek, desde Proudhon a Marx,  nos han prevenido contra los desmanes del poder y los poderosos, hay muchos más pero ésta es una sucinta relación de algunos intelectuales que se han enfrentado a la memez del poder, que sin embargo, no han llegado en sus advertencias al grueso de la opinión pública española, que desde hace siglos ha sido adoctrinada en la sumisión al poder y a los poderosos.

Desde que Goethe advirtió a Hegel sobre la miseria de los historicismos, hasta que la postmodernidad nos ha imbuido de relativismos insustanciales, ha pasado mucho tiempo, en el que una casta de impresentables se han dedicado a representar a sus electores en nombre de la democracia y a su pesar, en una pretensión de servicio que se ha convertido en expolio y explotación. Los políticos parece que tienen bula para mentir sin piedad a los feligreses que les escuchan y apoyan. En España es costumbre, ver que un político como Rajoy triunfa en las elecciones diciendo que va a bajar los impuestos para no dejar de incrementarlos desde que promete su cargo, o que un prodigio de incoherencias como Rubalcaba, exige al gobierno del PP precisamente lo que jamás  hizo cuando estaba en el gobierno del PSOE, o que el Presidente de Gobierno que más daño ha causado a este país, el señor Zapatero, haya desaparecido por completo de la escena pública como si fuera un prófugo de la justicia, todos ellos han ocultado en la crisis su propia incapacidad para resolver los problemas que interesan a los españoles, que no son otros que el paro, la corrupción política de todos los partidos, los desfalcos de las Cajas de Ahorros, el nepotismo que ha colocado medio millón de enchufados de inútil valor en los cargos intermedios de las administraciones públicas para afianzarse en el poder, al precio que sea, que siempre pagaremos los españoles.

No obstante, cada día estoy más esperanzado con la evolución de las cosas, porque si el pueblo español ha adquirido por adherencia toda la doctrina que le han insuflado, está acostumbrado a mirar con detalle a sus representantes políticos, pero a partir de ahora, tras el engaño, lo que ayer se contemplaba con fe e inocencia, hoy se hace con desconfianza e ira. La casta política española ha cruzado la línea roja de su deslegitimación definitivamente, no hay ninguna posibilidad de que vuelvan a convencer a los españoles de que velan por su bien, porque hemos comprobado que exclusivamente lo hacen en su interés, por sus privilegios y beneficios, en contra de cualquier mandato democrático, vulnerando la ley y aproximándose más a la delincuencia cada día que pasa. Los medios de comunicación, al servicio de La Casta, no nos han informado a los españoles, de cómo han cambiado las constantes sociales de este país en la última encuesta del CIS.

Si bien el paro sigue siendo la mayor preocupación social de los españoles, la segunda ya no es la economía, sino la corrupción y el fraude, mientras que la tercera es la economía, inmediatamente seguida de los partidos políticos. Sin duda estos cambios anuncian una reacción cívica o no, contra la impostura y la detentación a que nos somete La Casta política española desde el despotismo en el que se han acantonado. Sólo nos queda esperar para ver cómo se materializa la reacción de los españoles ante la tiranía a que les ha sometido La Casta representativa de este país, en nombre de la democracia y la ley, y a su pesar.

Civilizar al poder político es una cuestión de emergencia para este país y sus gentes, que ya saben de primera mano que no pueden esperar de ninguna forma que quienes les representan muestren ningún arrepentimiento por sus desmanes. Sólo es cuestión de tiempo el desenlace, tras los actos de farsa, fraude y embaucamiento.

Lo saben los de La Casta, pero también lo sabemos la inmensa mayoría de los españoles, que un 1 % de españoles por mucho poder que detenten, no pueden imponerle su voluntad delictiva al 99 % restante, ni en nombre de Dios, ni del Rey, ni de España, ni de la Constitución, ni del socialismo, ni de las veleidades de los inefables inventores de la inconsecuencia, la incoherencia, la incongruencia y el atentado permanente contra el sentido común, porque el sentido común, sigue siendo común, y ellos ya forman sección aparte, no de ningún sentido común; han pasado de ser valedores de los principios que sostienen a nuestra sociedad, a ser principales enemigos de nuestro bienestar, convivencia y prosperidad. No podemos permitirnos esta Casta en el poder si no queremos condenarnos a vivir en la miseria y el despojo, y tan idiotas, creo que no somos.


Enrique Suárez

1 comentario:

fractalio dijo...

No es que no seamos tan idiotas, es que somos más todavía. Porque después del espectáculo que la casta ha dado y sigue dando, ahí estará el 75% del censo electoral delante de las urnas en las próximas elecciones legislativas, para encargarse de que continúe. Y somos más todavía porque seguimos sin querer entender que ese 1% no son más que unos títeres encargados de entretenernos para que no veamos a ese otro 0,001% que mantiene el sistema económico mundial, y que son los que realmente están imponiendo su voluntad delictiva y masacradora al resto del mundo, que seguimos alucinado con sus aparentemente deslumbrantes pero realmente destructivos espejismos, creyéndonos las burdas patrañas del crecimiento continuado y creciente como receta para alcanzar la panacea universal. Y sólo nos daremos cuenta cuando se nos venga encima, justo antes de aplastarnos y sin posibilidad ninguna de reacción.

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