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lunes, 15 de abril de 2013

Libertad para Venezuela! Venezuela Freedom!






Maduro ha impuesto un apagón de internet en Venezuela, antes de dar un pucherazo en las elecciones y un Golpe de Estado a continuación con el apoyo de los militares, para evitar que el pueblo venezolano pueda reaccionar y organizarse para apartar al dictador del poder. Hasta han bloqueado la web del Consejo Nacional Electoral para que no pueda informarse del pucherazo. Sin libertad no puede haber democracia.



Los españoles dejan de atender a las noticias políticas



Realmente no es fácil interpretar este dato, pero el desinterés de los españoles por estar informados sobre los acontecimientos políticos está descendiendo a las cotas más bajas desde 1978, cuando se aprobó en referéndum la Constitución Española.

Sin duda, hay varios hechos que pueden influir en esta saciedad y rechazo consecuente.
Las informaciones sobre política nunca han sido tan negativas en todos los ámbitos, la corrupción política es hoy el segundo motivo de preocupación de los españoles tras el paro y por delante de la economía, según la última entrega del CIS, nunca hubo tanta comunicación y tantas opiniones sobre lo que ocurre en la política española como en la actualidad, los medios de comunicación tradicionales y convencionales cada día tienen menos audiencia, pero también se aprecia la fatiga y el cansancio en los medios de comunicación no convencionales como las redes sociales, los digitales y los blogs.

Al mismo tiempo cada día resulta más difícil establecer un diálogo o debate mínimamente serio sobre los problemas que acontecen en la actualidad política española. La deriva es hacia el sarcasmo, la ironía y en numerosas ocasiones hacia el insulto, la infamia y la estridencia. Incluso el lenguaje utilizado por los medios de comunicación o los miembros de partidos políticos está declinando hacia el exabrupto y la digresión, en la letanía tradicional de vituperación de los males del contrario y al mismo tiempo silencio en los propios.

Se aprecia una devaluación del interés de los españoles y una desatención paulatina de las cosas que cuentan los políticos, posiblemente porque sea más de lo mismo y no responda a ninguna de las preguntas que se hacen los ciudadanos. Parece que viviéramos en dos mundos paralelos, políticos y ciudadanos, los políticos empeñados en justificar lo injustificable y los ciudadanos acantonados en no admitir ni una concesión más a los delitos cometidos por los políticos, y mucho menos aceptar sus pretendidas justificaciones en los cuentos habituales.

Los españoles ya no estamos para más cuentos, y cada día estamos más próximos a exigir cuentas de todos los desmanes cometidos. El daño que los partidos políticos de todos los colores le están haciendo a la democracia es inadmisible e inaceptable. 

No se quieren enterar los que dicen representarnos que la política ha dejado de ser para siempre el escenario en el que nos conceden sus representaciones teatrales, su farsa representada, las palabras han dejado de contar, porque han perdido la mayor parte de la credibilidad que atesoraban urdida en el embaucamiento y la mezquindad. El fraude de más de tres décadas toca a su fin. Un 1 % de privilegiados por los partidos políticos no pueden seguir imponiendo su dictadura al 99 % de los españoles como si viviéramos en la época feudal.

Por mucho que se empeñen en seguir contándonos su película, utilizando todas las estructuras de poder en su objetivo, las escenas de la tragedia de su impostura cada día recuerda más a una película inolvidable: Lo que el viento se llevó. 

Vientos de cambio agitan el futuro de los españoles, hartos de un destino determinado por unos mangantes organizados de forma mafiosa en la depredación mezquina y permanente de los recursos de todos.  La atención y el apoyo a una opción política también son recursos de los españoles; según nos refieren las últimas encuestas, actualmente menos del 50 % de todos los convocados acudirán a las urnas, y menos de un 25 % de todos los convocados votarían por PSOE o PP, por el bipartidismo tradicional. Uno de cada cuatro españoles (25 %) apoya hoy a los partidos que representan en estos momentos casi el 90 % del Congreso de Diputados. 

A la deuda pública fruto de la estafa que han cometido en nombre de la democracia y a su pesar, se suma ahora la deuda moral que han acumulado, que nunca podrán amortizar, ni ellos, ni sus sucesores. Ante una barahúnda de estafadores, que han hecho de la representación pública un mecanismo perverso de opresión de los ciudadanos, demolición de las instituciones, y desfalco de los intereses generales, lo más prudente será que cada uno se represente a sí mismo y no se deje representar por nadie. 

No se dan cuenta de que la democracia exige, precisamente, prescindir de todos los partidos políticos y sus miembros, cuando se han convertido en instrumentos de la más vejatoria tiranía, del más ofensivo embuste, de la más deleznable ilegitimidad y de la más inadmisible tomadura de pelo. No se dan cuenta, pero se la darán, de que ya se los ha tragado el pasado, antes de que desaparezcan en el olvido.


Enrique Suárez Retuerta

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