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lunes, 27 de mayo de 2013

La construcción de una España para la casta

Hace unos días, escuché a uno de los “padres” de nuestra Constitución vigente, disertando en un programa de Radio Nacional de España sobre su último libro: “Cádiz a contrapelo 1812-1978: dos constituciones en entredicho”, advirtiendo de antemano que su formación no era la de un historiador, sino la de un jurista riguroso.


Se destacan entre sus conclusiones el afán desmitificador de “La Pepa”, la negación de su origen liberal que él muta en emulación de la Revolución Francesa y de la “Constitución” de Bayona (en realidad un Estatuto Real que no alcanza la categoría de  Constitución); la negación de España como nación unitaria, debido a su afán centralista fundamentado en un supuesto “imperialismo” castellano; y la negación y olvido de las cuestiones circunstanciales (España invadida por Napoleón, la nación levantada en armas antes de ser constituida, y la presencia de la Corte más oprobiosa, egoísta y traidora a los intereses comunes de este país, por prevalecer en sus privilegios).

Parece mentira que al señor Herrero y Rodríguez de Miñón le haya servido de tan poco ser residente temporal en Asturias en estiajes y solaces. Y resulta imperdonable que no se haya imbuido, estando en esta tierra, del espíritu liberal y social, y sin embargo nacional, que todo lo invade sin perder, por ello, su idiosincrasia particular.

No se podría comprender la Constitución Española promulgada un 19 de marzo de 1812 sin conocer que, una vez más, notables asturianos se pusieron a la cabeza de España para que los españoles alcanzáramos la soberanía nacional y no popular, más propia de una República, como todas las que derivan de la Revolución Francesa, a excepción de la norteamericana. En España, la nación es soberana desde 1812 y la nación, no es otra cosa que todo el pueblo reunido en un momento dado, representando al pueblo reunido a lo largo de su historia. La condición de cada individuo como sujeto nacional, proviene del nacimiento o la adquisición de compromiso, no de la nada, ni de las invenciones en las que algunos se sienten cómodos, para poder encajar la historia en su pensamiento. El señor Herrero de Miñón parece haber leído más a Sieyes y Mancini, que a Tom Paine y los liberales españoles.

El espíritu nacional existía en España antes de la invasión napoleónica, prueba de ello son las palabras pronunciadas por el diputado asturiano García del Busto en la Junta General del Principado el nueve de mayo de 1808:

"Si nos declaramos contra el opresor de la humanidad, nuestra voz sera de alarma en toda la peninsula, el Leon dormido despertara, su rugido llegara a Londres, Viena y San Petersrburgo, saldra la Europa de su letargo y conseguiremos ver derrotado al coloso... pero no basta librarnos del yugo de la Francia: preciso es reformar nuestras instituciones, poner coto al poder, hacer que prosperen las ciencias, las artes, la industria, el cornercio y la agricultura, sacandolas de la ayecci6n en que se encuentran; y finalmente cuanto conduzca al bien de la Nacion"

Asturiano era el ilustrado Jovellanos, que propuso una soberanía compartida entre Rey y Nación, para evitar las derivas revolucionarias del país vecino, pero sus tesis, representadas en Cádiz por el candamín Alonso Cañedo y Vigil, fueron derrotadas. También era asturiano el llanisco Cardenal Inguanzo, líder del bando conservador en las primeras constituyentes y el riosellano Agustín Argüelles, líder de los liberales, y auténtico padre de la nación española y de la Constitución de Cádiz,  al igual que el Conde de Toreno, que se dirigió a Londres en comisión tras la breve independencia de Asturias de la España ocupada por Napoleón para reclamar ayuda a los británicos contra el invasor francés, siendo recibidos y aplaudidos en el Parlamento de Westminster  Asturiano también fue el General Riego, liberal que obligó a Fernando VII a sancionar la Constitución, por lo que fue ahorcado por su orden tres años después en la madrileña Plaza de la Cebada.

Realmente es desolador ver a un padre de la Constitución Española de 1978, inventor de nacionalidades y promotor de la creación de una “nación de naciones”, tratando de cambiar la historia de este país para que pueda encajar en sus propuestas, gratas a los “liberales” del PNV y CDC. Como también da coraje ver al PP de Mariano Rajoy ir asumiendo poco a poco el concepto jacobino de “nación de ciudadanos” importado por el profesor Françesc de Carreras, que convirtió en su día el partido Ciutadans en una formación literal “de izquierda no nacionalista”, todo para encajar con la España discutible y discutida de  ese farsante que fueJosé Luis Rodríguez Zapatero, que impone Estado sobre Nación, que es lo mismo que imponer casta sobre pueblo,  a la que cada día se va incorporando, sin prisa pero sin pausa, el Partido Popular de Mariano Rajoy, aceptando la idea de “nación de ciudadanos”, sin saber siquiera el auténtico significado del concepto de nación española, tras su deriva doctrinaria y antiliberal.

Ante tanta impostura, fraude e inmoralidad, este liberal no sometido a las argucias de los impresentables, hace suyas las palabras del Marqués de Santa Cruz del Marcenado pronunciadas el mismo día que García del Busto hablaba en la Junta General del Principado de que España debía ser una nación:

"La tierra que pisamos quisiera yo se abriese en este instante y nos tragase a todos para que sepultase en sus entrañas tanta pusilanimidad y cobardía. Quédense en su abyección y en su egoismo los que se resignen a ofrecer sus cuellos a las argollas que les remachará el usurpador pero yo marcharé solo a encontrar sus legiones en el confín de Pajares con un fusíl, cuya bayoneta clavare en el primero que intente poner en el su planta. Me matarán y pasarán sobre mi cadaver, si no lo hiciesen pedazos, más la posteridad sabrá que hubo un astur leal y bizarro que murió resistiendo solo en la invasion de este noble suelo" 

Y se confirma una vieja teoría que he expuesto con anterioridad en numerosas ocasiones, este país no está como está por las acertadas y permanentes agresiones de sus enemigos, sino por la negligencia, traición de los adanistas de la casta que se promovían como sus defensores, para no hacer defensa alguna más que la de sus propios intereses.

España está asediada por todos los miembros que conforman la casta partidaria en este país, que han ocupado las instituciones, arrasado con la historia auténtica e impuesto un lavado de cerebro a las próximas generaciones para posibilitar sus más abyectos intereses. Hoy los invasores de nuestra condición soberana no vienen de otros países, sino del nuestro, han ocupado el poder y se proponen acabar con lo que hemos sido durante los últimos doscientos años, porque ya no les permite seguir imponiendo su impostura.

Españoles, nuestra nación, está en peligro y con ello, también nuestra soberanía, libertad, equidad, en el ámbito de la justicia, para imponernos e implantarnos un diseño pergeñado por la casta política que detenta el poder en este país. La España para la casta inventada por Herrero y Rodríguez de Miñón, Zapatero y Rajoy. Compatriotas, nosotros tendremos la última palabra, que nadie se quede callado porque de hacerlo, ya no volverá a tener voz de soberano en su vida ni en la de sus hijos, quedando reducidos a ciudadanos de un Estado en el que la soberanía pasará a la casta política que actualmente detenta el poder.

Enrique Suárez Retuerta


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