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viernes, 30 de agosto de 2013

Siria puede esperar




"Cuando todos piensan igual, nadie piensa mucho." Anónimo

Comprender lo que ocurre en la cuna de civilización mundial no es fácil, pero no es difícil saber porque la izquierda internacional actúa protegiendo a su aliado en el Medio Oriente.


Los socialistas son expertos oftalmólogos capaces de encontrar la paja en el ojo ajeno, antes que la viga en el propio, porque en este mundo los crímenes y delitos cambian de valor y magnitud si son hechos en nombre del socialismo o en su contra. Así llevamos décadas considerando regímenes de izquierdas pletóricos de tiranías como paraísos encontrados en la democracia del proletariado, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, China, Vietnam, Camboya, la antigua Unión Soviética, son ejemplos de barbarie silenciados permanentemente en la prensa internacional de izquierdas capitaneada por su principal buque insignia: The New York Times,  seguido de cerca por El País, The Guardian, Le Monde, Liberation,  Repubblica,  Frankfurter Rundschau o Pravda.


La objetividad de la prensa de izquierdas internacional es relativa a sus intereses, pero siempre uniforme en sus intenciones y reacciones, algo que ha sido denunciado pocas veces en los foros de opinión pública. Resulta imposible que los principales medios de comunicación de izquierda a lo largo del mundo puedan coincidir prácticamente en sus argumentos y evaluaciones, sin haberse puesto previamente de acuerdo para defender un interés común.


Si realizamos un análisis de los medios que se opusieron a la invasión de Irak, hallaremos una línea que pasa precisamente  por aquellos que se oponen a la intervención en Siria, tras la utilización de armas químicas por el régimen de Bashar-Al-Assad. Será la misma línea que dice que la ONU debe intervenir, cuando el Consejo de Seguridad del que Rusia y China, con derecho a veto, forman parte, se opondrá siempre a cualquier intervención armada, y que a su vez se opone a la intervención de Estados Unidos en el conflicto.


Para la prensa de izquierdas internacional, los muertos que caen en su lucha contra el socialismo son daños colaterales, mientras que los criminales socialistas que las aplastan son héroes, próximos al pacifismo de la Alianza de Civilizaciones. Evidentemente, para la prensa internacional de izquierdas, los muertos no importan lo mismo dependiendo de si caen contra el socialismo o en su defensa. Tal prodigio de objetividad es inefablemente silenciado.


A la opinión pública de este mundo se le olvida que el Irak de Saddam Hussein y la Siria de Bashar Al Assad, compartían en su tiranía una ideología común: el socialismo del Baath, unido al panarabismo, como también han sido regímenes socialistas el de Gadafi en Libia, y Mubarak en Egipto.


Los países árabes y musulmanes están condenados a no encontrar el camino hacia la libertad entre las dos facciones que han imperado habitualmente en sus predios: el socialismo panarábico y el islamismo redentor. La Primavera Árabe árabe ha terminado convirtiéndose en el Otoño del Patriarca en poco más de un año.

Sin embargo, en este mundo globalizado, tal vez no sea necesario más que advertir de una intervención militar para que sus efectos sobre las tiranías sean deletereos. En los dos últimos días, la libra siria se ha depreciado un 25 %, lo que supone una tasa de crecimiento de la inflación anual próxima al 291 %, que es lo mismo que decir que el régimen de Bashar Al Assad va camino del patíbulo de la historia. Desde ese punto de vista, no sería necesaria una intervención armada, porque el misil económico lanzado con la amenaza de intervención militar por Estados Unidos ha causado ya su efecto.


Sin embargo, es necesario recordar que el uso de armas químicas en Siria no ha sido una ilusión, pero pasará una caravana de camellos por el ojo de una aguja, antes de que la prensa internacional de izquierdas pueda reconocer que  la tiranía socialista de Bashar Al Assad ha utilizado armas químicas contra su pueblo.  La agitación y propaganda siempre busca un objetivo, al igual que la inacción y el silencio.

Al final, los muertos pasan y se olvidan, pero los mitos y las ideas permanecen, y los intereses, también.

Enrique Suárez

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