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viernes, 18 de octubre de 2013

La representación pública es un negocio como otro cualquiera



Lástima, los españoles pensando que vivíamos en una democracia, pero ahora se enteran de que en realidad es un negocio, extraordinariamente rentable para los representantes y extremadamente oneroso para los representados.


Usted le concede su representación a alguien y le convierte en privilegiado para toda su vida, porque en su nombre podrá cobrar sin hacer nada, sin estudios, sin haber demostrado esfuerzo alguno, sin mérito que le acompañe, puede usted convertir con su voto a un tarugo en ministro o a un cenutrio en Presidente del Gobierno, eso sí que es poder, alegría de los demócratas que transforman el plomo en oro, eso sí, siempre para otros, que luego se quedan con lo suyo y lo de los demás, para defender el país de la crisis, del paro, de la deuda pública, de la pobreza y la miseria, de la depredación y la corrupción. Sólo hay que ver España, como está, como ha prosperado en los últimos diez años, ni un problema tenemos los españoles, gracias a nuestros representantes políticos, elegidos democráticamente en las urnas, aunque designados por sus jefes de partido, pero tampoco hay que quejarse, nada es perfecto.


Los españoles nos quejamos de todo, en vez de agradecer a nuestros amos que nos dejen vivir con lo que quede después de limpiarnos más de un 50 % de nuestros ingresos para mantener a la casta, bien podíamos pensar que peor sería estar en el paro. Unos privilegiados somos los que trabajamos en este país y podemos seguir pagando impuestos para mantener la corrupción de los poderosos. Y todavía hay gente que se atreve a quejarse, ¡que ingratitud!


Cierto es que hay gente que prefiere ser robada por el PSOE, otros por el PP y otros por los nacionalistas, incluso hay algunos que prefieren que sean los sindicatos o la SGAE, en este país, al menos, tenemos la libertad de elegir aquellos que van a robarnos, que nos van a oprimir y esquilmar, y los que van a hacer negocio con nuestras vidas como si fuéramos ganado electoral. 


Para tamaña hazaña no hay que dudar un momento en mentir, embaucar a diestra y siniestra, para eso están las ideologías, porque si los ciudadanos estamos jodidos importa poco, lo único que importa es que los políticos que nos representan puedan seguir manteniendo el mismo tren de vida a nuestra costa, conservando todos sus privilegios mientras los demás nos llenamos de perjuicios, y aceptar humildemente sus opresiones, porque para eso nos representan, aunque algunos sería difícil que pudieran representarse a sí mismos.


Personalmente, cada día me siento más satisfecho de la perfección del sistema que convierte la voluntad popular en recursos para nuestros amos de la casta. Díganme ustedes sino es para estar orgullosos de que a pesar de lo que se ha robado en este país desde la política, no haya ni media docena de políticos en la cárcel. Eso se lo debemos al buen funcionamiento de la justicia, a la complacencia de los medios de comunicación con la corrupción, sería injusto que un representante político vaya a la cárcel, porque para eso son nuestros representantes para mantener inmunidad, impunidad y seguir haciendo negocios.


No comprendo cómo la gente puede seguir quejándose del  funcionamiento de las cosas. ¿Acaso ha habido algún estallido social?, todo está perfectamente controlado. ¿Y qué aburrimiento tendríamos los españoles si no tuviéramos cada día cinco o seis casos de corrupción sobre la mesa? Ciertamente, me parece una afrenta para los políticos las quejas injustas que están recibiendo por parte de los ciudadanos de este país, pueblo más histérico no lo hay. Como si robar en la política no fuera una actividad normal que genera numerosos puestos de trabajo entre los familiares y amigos de los políticos, ¿y cuántos negocios sucios se hacen con nuestro dinero, transfiriéndolo directamente a las cuentas de los testaferros para recobrarlo tras abandonar la política?.


Gracias le deberíamos dar a Zapatero, ese Forrest Gump contador de nubes, o a Mariano Rajoy, el plasmático tancredo  que vemos a través de una pantalla de televisión informándonos de que estamos saliendo de la crisis todas las semanas. No comprendo a los españoles, que además no se creen que todo lo que se dice desde La Moncloa es cierto de toda certidumbre.


Deberían hacer un decreto ley que condenara a todos los mal pensados de este país a trabajos forzados y a pagar el doble de impuestos de lo que pagan, por desafectos e insurgentes. Es que hay cosas que no se pueden consentir ni un minuto más ¿cómo se puede cuestionar que nuestros queridos representantes políticos no puedan hacer lo que les dé la gana si han salido elegidos en las urnas con nuestros votos? 

Menudo negocio que han hecho los pobres, por un mísero sueldo de 7.000 euros, más unas dietas de 3.000 euros y lo que vaya cayendo, tener que someterse día sí y día también al juicio de la opinión pública. Por Dios bendito, ¡ni que estuviéramos viviendo en una dictadura! Cárcel para los que protestan, sin juicio, es lo que se merecen los fascistas que están contra esta democracia ejemplar. Y si no les gusta, pues métanse a políticos, y ya verán lo que es sufrir, pero claro, es muy fácil ver los toros desde la barrera y criticar a los demás, honestos trabajadores de las urnas.


Enrique Suárez

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