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miércoles, 21 de mayo de 2014

Sobre la detención de tres jóvenes por twittear diatribas contra los políticos de la casta





“Prefiero que disparen a las latas vacías en el patio trasero, pero sé que ustedes van tras los pájaros. Dispara a todos los pájaros azules que quieras, si es que les puedes acertar, pero recuerda que es un pecado matar un ruiseñor” Atticus Finch (Matar a un ruiseñor)

Parece que el Ministerio del Interior se ha propuesto llevar nuestro país a una situación más tensa de la que existe, siempre con el buen propósito de instruir a los jóvenes de este país en el uso correcto del lenguaje cuando se dirigen a los señores políticos. A ver si se van enterando de que son inmunes por la Gracia de Dios o del poder que detentan, y de quien manda, de paso.

No se puede decir que se desea la muerte de un político o que es un hijo de la gran puta, aunque los jóvenes sean del 58 % que engrosan las cifras del paro en este país, gracias a los políticos, y están cansados, agotados, de ver que nadie se ha propuesto resolver sus problemas, condenándolos a la dependencia paterna, a malgastar lo mejor de su tiempo vital en escuchar las solemnes estupideces que les regalan los señores que usurpan el poder para ejercer abusos y corrupciones.

No se puede decir que son unos corruptos, sinvergüenzas, malnacidos, explotadores y expoliadores que se merecen la muerte o el destierro, por el abuso de poder que ejercen en una democracia, por burlar a la justicia, por aforarse para vivir en la impunidad de sus crímenes y delitos.

¿No sé puede decir o sí se puede decir?, llevo años escuchando a los miembros de partidos radicales, como Bildu o ERC decir auténticas barbaridades en las redes sociales contra los políticos que no les caen simpáticos, llevo años viendo como los miembros de ETA se han reído de los políticos, de la justicia y de todos los españoles, y llevo años viendo como el gobierno no ha hecho nada para detener los insultos al Rey en Cataluña o a los Príncipes en Bilbao. 

¿Qué legitimidad tiene un Ministerio del Interior para perseguir a los que insultan o amenazan verbalmente a los políticos, cuando entre sus compañeros de partido, o en los partidos cómplices que les acompañan, tienen miles de casos de corrupción que han cometido delitos contra el Estado y la Constitución y siguen libres, por ser compañeros de los que detentan el poder?

 Para los garrulos que van de sabios en las tertulias y los medios de comunicación sólo habrá que recordarles algo muy sencillo, que la mejor forma de que una amenaza violenta no se materialice, es precisamente que se exprese de forma verbal, que la mejor forma de que un joven no cometa actos violentos es que pueda expresar la ira que contiene cuando se siente oprimido, porque todo intento de acallamiento, puede conducir a su materialización, incluso de forma mecánica y rutinaria.

Las detenciones preventivas para dar ejemplo es algo tan retrógrado y anacrónico que podría ser denunciado directamente en el Tribunal de Estrasburgo por los chavales que han sido detenidos, o por cualquiera que pueda defender su causa y por supuesto en cualquier tribunal español que no esté al servicio de la casta.

Imagínense ustedes el papelón del juez, cuando pregunte que ha hecho el chico que ha detenido la policía:

-         Ha dicho que Rajoy mejor estaría muerto, con De Cospedal, Rubalcaba y todos los demás mafiosos de la casta
-         ¿Y dónde lo ha dicho?
-         En Twitter, o tal vez en Facebook
-         ¿Y lo ha dicho en su nombre?
-         No, lo ha dicho como Rasputín
-         ¿Así que él chico se considera el sosías de Rasputín y como tal, dice que Rajoy merece la muerte?
-         Pues sí, eso parece señoría.
-         Bien, háganlo pasar
-         Buenos días, es usted Rasputín
-         No, señoría, me llamo Juan Pérez
-         ¿Ha hecho usted amenazas a los señores del Gobierno y la oposición?
-         No, señoría, simplemente copié y reproduje lo que había puesto un amigo mío en un Foro
-         ¿Y cómo se llama su amigo?
-         Pues no se lo puedo decir señoría, porque no lo sé, le conozco como Calígula.
-         Ah, muy bien, puede marcharse, queda libre sin cargos, pero deje su número de teléfono al salir, por si tenemos que ponernos en contacto con usted.
-         Muchas gracias, señoría.
-         Señores policías,   le dicen de mi parte al comisario Gila que a quien tiene que encontrar es a un joven de apodo Calígula, que al parecer es el instigador de lo ocurrido. Buenos días tengan ustedes.
     
      A este paso, como sigamos así, terminaremos haciendo en España la segunda parte de “Matar a un Ruiseñor” en versión, joven pringao sin curro y harto de los mafiosos del poder, que se enfrenta a la coerción de un Estado corrupto. Habrá que ir buscando a Atticus Finch para que lo defienda

Enrique Suárez



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