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lunes, 15 de diciembre de 2014

De la representación política ficticia a la representación política factible


Creo que poco a poco vamos cambiando en este país, aunque nos cuesta demasiado. La mayoría de los españoles somos hoy una colección extraña de no representados, muchos nos atrevemos a decir que no nos representan ni las ideas políticas, ni los partidos que las promueven, ni los políticos que las representan. Sin embargo, al mismo tiempo, cada día somos más los partidarios de las reflexiones acertadas, ¿quiere decir esto que avanzamos del mythos al logos, de las creencias a la razón?, no me atrevo a asegurarlo, pero pudiera ser posible.

Creo que en este país cada día somos más los ciudadanos que contemplamos la política como un espectáculo y el poder como una realidad, que poco tienen que ver entre sí. La política es una representación del poder ficticia, pura farsa teatral para los menos informados o para los más intoxicados sean reclutados, la gente mira la luna que les señala el dedo del poder, pero no se fija de donde proviene el dedo. No debemos permitir que nos representen ideas, partidos o personas, sino conductas adecuadas, reflexiones correctas y comportamientos éticos.

Como en su día nos relató Gustavo Bueno, en este país no vivimos en algo que pueda denominarse como democracia, sino en una idea extravagante de la democracia que no reúne las condiciones y requisitos para ser considerada como democracia.

En la realidad el poder no deja nada fuera de su control para imponer su obra a los ciudadanos, aunque sea secuestrando estrafalariamente la democracia. En la Grecia Clásica los partidos políticos estaban prohibidos, porque los consideraban un antídoto de la democracia. No se puede considerar que hay democracia cuando la elección de los candidatos se hace por las cúpulas de los partidos políticos y los ciudadanos sólo pueden decidir apoyar a una candidatura u otra o no hacerlo, candidaturas que han sido elegidas desde el poder, a dedo, y por los méritos y condiciones más extravagantes, caerle bien al líder, ser un lameculos o estar ahí siempre para hacer los tratos sucios o las corrupciones necesarias.

Quiere esto decir que en la “democracia” (entre comillas) que hay actualmente en España no elegimos representantes de los ciudadanos, sino representantes de los partidos elegidos a dedo por sus mandatarios. De esta forma se conculca el espíritu de isocracia que debe contener toda democracia, sólo se puede elegir entre lo que otros han decidido, se vote al partido que se vote. Es curioso que en todos los partidos, incluido el novedoso Podemos con su líder recién elegido por tantos mil asentidores, funciona exactamente igual. La gente vota por alguien y ese alguien decide quien le acompaña en el poder y en la representación política, los ciudadanos sólo pueden escoger (que no es lo mismo que elegir) entre unos u otros, que otros han elegido.

Por eso quiero pensar que estamos en un cambio de era, en la que la gente ya no acepta que le representen aquellos que otros eligen, porque para eso mejor que no le represente nadie. A pesar de las cosas que nos cuentan las encuestas, que nunca relatan cuantos van a acudir a las urnas, sino sólo los que van a salir elegidos, dependiendo de quien pague el estudio, los españoles hemos cambiado de actitud en las últimas convocatorias a urnas, en las europeas los que no votamos a nadie fuimos el 58 % y en la pantomima del referéndum sobre la independencia de Cataluña, sólo acudieron a votar 1/3 de catalanes, a pesar de la presión frentista que se había establecido como clima previo.

Sin duda la crisis del sistema político español es una crisis de representación, la gente ya no quiere ser representada por quien decida Rajoy, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez o Artur Mas. Y eso anuncia una nueva era, la de la superación del embaucamiento ideológico, la envolvente partidaria y la farsa política, creo que a los españoles a partir de ahora nos van a representar cada día más las reflexiones acertadas y los comportamientos correctos, que realmente representen nuestros intereses y no los de los partidos o miembros de los partidos. Si es así, para algo habrá servido tanto desasosiego y la democracia estará más cerca cada día

Enrique Suárez


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