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jueves, 2 de abril de 2015

Albert Rivera y Pablo Iglesias, sosias de Rinconete y Cortadillo



"Muchos son limpios de manos porque se lavan, no porque no roban" Francisco de Quevedo y Villegas

La actividad política debería ser reconocida profesionalmente en el epígrafe de espectáculos y diversiones. Algunos de los personajes que deambulan por el gran escenario de los telediarios y las tertulias de todo a un euro, son tan entrañables como lo fueron El Lazarillo de Tormes o Rinconete y Cortadillo. Nunca antes las instituciones políticas españolas habían recordado tanto al Patio de Monipodio.

Cierto que el público traga de todo, con cualquier propuesta y a veces hasta sin ninguna, resultan atractivos personajes de la farándula política como Albert Rivera y Pablo Iglesias, los relumbrones del momento. Mientras los medios de comunicación de masas revolucionadas y quebradas, apuesten por los partidos políticos y no por la democracia, seguiremos viendo boutades, chascarrillos y jaculatorias, en lugar de propuestas con un mínimo sentido común. ¿A quién le interesa el sentido común en estos días con lo simpáticas que son las chorradas que vierten los políticos sobre sus huestes y sus hordas?

Nunca seré votante de Podemos, ni de Ciudadanos, tampoco creo que lo vaya a ser de ningún otro partido, me he vuelto apóstata de las mentiras que nos cuentan todos estos feligreses ambiciosos para vivir sin pegar palo al agua el resto de sus días. A mí, personalmente, la mayoría de los políticos siempre me han parecido unos jetas y unos mangantes, y en cada ocasión que me he aproximado para refutarlo he descubierto que pensando mal de ellos me quedé demasiado corto.

Albert Rivera ha dado más bandazos ideológicos que una pluma en un huracán, ha dejado más gente en la cuneta de sus seguidores que ningún otro político de este país, incluyendo a Rosa Díez y Francisco Alvarez Cascos, que no le van a la zaga. Nadie ha tenido tanta cara en la política española desde Godoy para acá. Del PP a un Ciutadans transversal que convirtió en izquierda no nacionalista (española no, catalana sí) para seguir en el poder, para después apuntarse a una operación libertaria con Libertas, un partido que en España se presentó como un partido de izquierdas con Miguel Durán a la cabeza y que en el resto de Europa representaba posiciones más próximas al radicalismo de Le Pen.

Si tuviera que comparar a Albert Rivera con un personaje de la historia, sin duda elegiría a Fouché, el duque de Otranto, aquel genio tenebroso del que nos habló con maestría Stefan Zweig. Talleyrand era una novicia comparado con el personaje.

Pablo Iglesias es el alter ego del momento de Albert Rivera, este el problema que tiene es que no ha tenido un bandazo ideológico en su vida, es leninista y chavista, pero por su forma de mostrarse públicamente un trotskista, aunque parece que de puertas a dentro Stalin y Mao son sus referencias. El único problema de su proyecto es que necesita que el Aurora vuelva a pegar cañonazos en San Petesburgo. Como su mentor, Rodríguez Zapatero, está empeñado en que regresemos al pasado para que la lucha de clases en la que se quedó el marxismo pueda ser posible algún día. Su problema es la realidad, porque convencer a los españoles de que la mejor forma de progresar es retroceder y convertirnos en la Venezuela de Europa y el Irán de Occidente creo que le va a llevar un ratito.

Si tuviera que comparar a Pablo Iglesias con un personaje de la historia, sin duda elegiría a Rasputín, alguien que llegó a la corte de los zares para convencerlos de que lo mejor sería entregarle todo el poder con su verborrea de oráculo, su hipnótica mirada y su desparpajo en condenar al resto del mundo menos a sí mismo, que los dioses del Olimpo y los faraones circulares no admiten juicio de mortales. Es decir, sin ápice de esa autocrítica tan grata a la izquierda de otros tiempos.

Lo que no les contarán a ustedes, es que tanto Ciudadanos como Podemos son dos engendros partidarios que pueden incluirse en la categoría de Catch-All-Party, que vienen a se partidos acaparadores que van cambiando su ideología y principios según demanden las circunstancias, partidos aptos para el consumo de los que tragan la propaganda que emiten sin espíritu crítico alguno, como si fueran magdalenas a mitad de precio. Dudo mucho que los partidos de la casta, es decir los que han detentado el poder hasta ahora como son el PP, el PSOE y los nacionalistas vayan a hacer algo por los españoles que no sea joderles la vida, pero con Ciudadanos y Podemos les puedo asegurar a fecha actual que les joderán la vida con toda seguridad. Así que miren a ver a quien votan, que luego lo acabaremos pagando todos los demás.

Que manía tienen algunos con votar, como si por ello se hiciera una democracia ¿cómo se va a hacer una democracia con partidos políticos que reúnen a lo peor de este país tomando decisiones?. Demócrata es el que vota en una democracia, el que lo hace en un espectáculo demagógico y corrupto como el que se vive en España con cada proceso electoral, donde las corrupciones se enjugan en un baño de urnas y masas, mientras los partidos políticos se redimen comprando votantes y conciencias, pero no en los tribunales independientes del poder político, es más bien gilipollas.

A ver si vamos espabilando en este país; en las recientes elecciones departamentales francesas, han sido menos los que han votado por todos los partidos que los que no han votado por ninguno y en el país vecino ya se están planteando si es legítimo que una minoría obediente a los partidos decida por una mayoría que está harta de los partidos y ya no acude a las urnas para crear más filibusteros con sueldo de ministro.

Enrique Suárez

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